Hoy, 26 de enero, se celebra el Día Mundial de la Educación Medioambiental. Este día, más que celebrarse algo, sirve como denuncia al cambio climático del planeta e intenta educar respecto a las medidas que individualmente hay que tomar respecto a su causa.
Aunque aún no se sabe al cien por cien el origen del nombramiento de este día, se cree que surgió en el año 1975 en el el Seminario Internacional de Educación Ambiental en la ciudad de Belgrado. Desde entonces, existe un alto grado de concienciación sobre lo que le ocurre a nuestro planeta. Muchos inconscientes aún hablan de que este fenómeno no existe, puesto que siempre se han dado épocas de más frío o calor. Entonces, ¿cómo explicamos el calentamiento masivo del hielo marino del Ártico? O bien, ¿de dónde procede la subida excesiva del mar? Además, no solo se trata de actos que no nos repercuten a nosotros de manera directa, porque los incendios forestales sí afectan a nuestros paisajes y cosechas, y ocurren con más frecuencia y potencia cada vez.
Lo más preocupante del cambio climático son todos esos eventos extremos a los que nos vemos expuestos. Porque así es como funciona este impacto medioambiental, parte desde cambios simples y poco notorios a nuestra vista, hasta fenómenos descontrolados que sí podemos ver. Estos últimos ocho años han sido los más calurosos desde que hay registros, por lo que nadie puede venir a decirnos que anteriormente estos sucesos también ocurrían y no pasa nada. Sí que pasa, y nuestra generación es la que más está sufriendo todos estos sucesos. Sin ir más lejos, en el año 2021, sucedieron olas de calor en Canadá y Estados Unidos, y también se produjeron inundaciones masivas en Europa y China. Y cómo olvidar el temporal Filomena o La Niña, que nos llevaron a experimentar climas extremos.
Los expertos de la NASA afirman que la temperatura de la Tierra ha subido 0’90ºC, comparándolo con la etapa antecesora a la industrialización. Por lo que está claro que el culpable del efecto invernadero y los cambios bruscos, es el ser humano. Por tanto, los únicos capaces de encaminar esta situación, somos nosotros. Si tomamos como ejemplo el confinamiento, gracias a la paralización masiva del consumo, las emisiones de carbón a la atmósfera se redujeron exponencialmente. Además, el carbón es el principal culpable del agujero en la capa de ozono. A este elemento, le sigue el petróleo, que genera millones de toneladas de CO2 que van directas a dañar la atmósfera.
El objetivo que debemos marcar es el de apostar por las energías renovables, que son aquellas que se obtienen a partir de fuentes naturales inagotables, bien porque contienen altas cantidades o porque se puede regenerar. Por ejemplo, el aire que respiramos para generar electricidad con los molinos de viento, el calor del sol para placas solares. El problema es que no se invierten en estas ideas, seguimos apostando por procesos industriales que agotan al planeta.
Tú, desde tu casa, puedes ayudar convirtiendo tu hogar en uno más sostenible para el medio ambiente. Las placas solares son una inversión cara, pero que finalmente se recupera con el tiempo. También es importante aprovechar al máximo la luz natural durante el día, y si no existe esta opción, usar bombillas LED de bajo consumo. Pequeñas acciones que nos muestran desde que somos pequeños, pero que sumadas, generan un mundo más sostenible para el medio ambiente.
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