Es lunes, y Madrid amanece repleta de gente. Personas que andan de un lado a otro y, con prisas, se cuelan en el metro a escasos segundos de cerrar sus puertas. En una cafetería del barrio de Tetuán, podemos encontrar al tatuador Nacho Caja. Emocionado, nos dirige hacia su estudio, situado en Galería 53 en la calle del Aviador Zorita. Al entrar a su templo, sigue lo que parece una especie de ritual; encender luces, calefacción y altavoces. «Ponemos algo de música ¿no?». Y, en ese ambiente ahora familiar, nos relata su historia.
Nacho Caja, aunque haya perdido su acento, es de Murcia. Sin decir «acho» ni una sola vez durante toda la entrevista, se muestra siempre orgulloso de sus raíces. El joven, que está a unos días de cumplir 29 años, comenzó su trayectoria como tatuador en Valencia, tras haber finalizado el Bachillerato artístico en su ciudad. Con incertidumbre, y ante una de las mejores universidades de Bellas Artes de Europa, Nacho comienza a madurar y crecer a nivel profesional y personal. Aunque, para entender sus inicios, debemos retroceder un poco más en el tiempo.
Caja tuvo por primera vez en sus manos una aguja con 17 años. Con dudas, rectifica «fue antes de entrar en la carrera, con 17 u 18». Aún en Murcia, queda con un amigo que conoce desde los 14 años, Ganga, quien le incita a que tatúe. «La experiencia no fue tan agradable como esperaba, sentía que estaba haciendo mucho daño» y «ahí dije: «jamás me dedicaré a esto». Su amigo y él, separan caminos. Nacho sigue avanzando en sus estudios, mientras que Ganga se convierte en tatuador. Pero a veces, la vida nos sorprende (y gracias a Dios) en los últimos años de universidad Nacho rectifica y le da una segunda oportunidad al mundo de los tatuajes.
Cuando una persona es buena en lo que hace, es por dos razones; tiene un don; o se lo ha currado. Y Nacho Caja es la excepción que rompe la regla. «Dibujar bien es relativo», aunque, es cierto que plástica «era mi asignatura». A pesar de sus cualidades artísticas, haber arado un camino como tatuador se debe a su dedicación y constancia. «Soy un poco autodidacta, me gusta indagar y buscar a otros tatuadores». Cuando habla de técnicas, conoce cada detalle a la perfección, aunque existan investigaciones que echan por tierra su trabajo. «A día de hoy hay estudios que dicen que no se puede hacer tan fino (un tatuaje)». «Yo utilizo las agujas más finas, mi favorita es la de 1″.
Nacho Caja, el tatuador de las celebrities
Inspirándose en artistas como Violeta Arus (@violeta.arus) y Marla Moon (@marla_moon) Nacho realiza un trabajo impecable, delicado y muy cuidado. «Cuando tatúas con línea de 1, si no lo haces de forma superficial, siendo más cuidadoso, puedes crear herida y si tatúas sobre esa herida, harás que no quede bien (el tatuaje)». Como dice él, «hay que ser tiquismiquis». Pero, es justo esa forma de realizar tatuajes que ha llamado la atención del público.
A los primeros influencers que contactó para mostrar su trabajo fueron Michenlo y María Valero. «Fueron los primeros en confiar en mi trabajo cuando aún nadie me conocía». Ahora, Ester Expósito, Fabio Colloricchio, Vicky Martin Berrocal o Raquel Reitx, entre otros, demandan su arte.
Quizás lo que más llama la atención de los tatuajes que realiza Nacho Caja, es la precisión de sus líneas, y de cómo se funden para crear nuevos detalles. «Me gusta llamar a mi trabajo microilustración, marco más las líneas para perder ese efecto realista» y así, «cuando el tatuaje está curado se puede apreciar más contrastado y menos difuminado». Además, ha innovado con una nueva forma de sombrear que se utiliza mucho en Corea y Nueva York. «Bajas la velocidad de la máquina, y con la aguja de línea, arrastras la punta por la superficie de la piel». Esto se denomina técnica de arrastre.
‘Me parece más fácil tatuar sobre la superficie de las uñas, que sobre la de la piel’
Si tenemos que hablar de innovación, tatuarse el cuello, las manos y ahora, las uñas, es una nueva moda que ha llegado a un punto de no retorno. Y, Nacho, no podía perderse esta nueva tendencia. Sin casi apreciarse ya la tinta en sus uñas, Caja extiende su mano para luego afirmar que la primera vez que probó esta zona, lo hizo en sí mismo. «Vi esto en una coreana y quise probarlo», «seguramente no soy el primero en España en tatuar uñas, pero sí fui de los primeros en darle visibilidad».
En el mundo del tatuaje, todo ha cambiado, «todo se ha perfeccionado». «Hasta hace año y medio tenía que pedir las agujas a Liverpool». Ahora, hay más recursos y calidad dentro del sector. «Se está evolucionando a mejor, y cada vez se está tatuando más gente«. Lo que antes se asociaba a una clase social baja, sin recursos, hoy se relaciona con poder adquisitivo. «Invertir en un buen tatuaje no está al alcance de todo el mundo».
El problema, es la diferenciación sectorial. «Siempre me vienen abogados y me dicen «me gustaría tatuarme en algún sitio más visible pero me da miedo que los clientes me rechacen«. Sin embargo, «está mejor visto ver a un músico o artista tatuado».
A pesar de los avances, quedan muchos «peros» dentro de la profesión. El trabajo artístico que realiza un tatuador debería estar mejor valorado, «al final estamos pagando por una obra de arte personalizada y única». «La dedicación, la precisión, el proceso, el diseño, la formación necesaria… todo eso son factores que se deben tener en cuenta a la hora de valorar un tatuaje». Nacho, por su parte, ha elevado el precio del mercado, para que así, «el arte valga lo que realmente tiene que valer».