La llegada de un hijo, sin importar si después vienen más o no, por lo general es motivo de alegría para sus padres y la familia. No obstante, hay un detalle para el que muchos padres no están preparados y sobre el que se habla muy poco: El impacto que produce la llegada de un niño en la vida sexual de la pareja.
Pocas cosas serán iguales
Las parejas sin hijos tienen todas las oportunidades y espacios en casa para mantener relaciones sexuales. Es normal que haya sexo en la mañana antes de empezar la jornada de trabajo, pueden tenerlo en cualquier momento del día y no hay limitaciones en cuanto al uso de los espacios y el mobiliario de la vivienda.
Esta situación cambia drásticamente apenas nace el bebé empezando por el tiempo. Ahora hay una criatura que tiene horarios exigentes para su alimentación y que tiene un patrón de sueño y vigilia distinto al de los adultos. Por eso, el tiempo que se tenía para disfrutarse mutuamente acaba por limitarse a los minutos en los que el niño duerme.
Obviamente, durante el sueño del niño los padres toman todas las precauciones necesarias para evitar que despierte. De esta forma, limitan las posibilidades de hacer los ruidos y tener las expresiones a las que antes estaban acostumbrados.
Cuando los niños empiezan a crecer, aparecen las restricciones de espacio. En este momento, es importante evitar ser sorprendidos por los pequeños durante el acto sexual. Esto reduce las posibilidades a la habitación y a puerta cerrada.
Por otro lado, los cambios hormonales que sufren las mujeres después del parto y durante la lactancia tienen cierto impacto en la reducción de la libido en muchas de ellas. Debido a esto, es altamente probable que sientan poco deseo sexual y se presenten algunas dificultades de lubricación. Incluso, pueden tener problemas para alcanzar el orgasmo.
El parto vaginal afecta indiscutiblemente el tono muscular de toda la zona pélvica. Los hombres notarán rápidamente esta diferencia.
Otro detalle no menos importante es que la presencia de un niño requiere de una altísima inversión de energía durante todo el día. Por eso, es muy normal que los padres (o al menos uno de ellos) esté extremadamente cansado al final de la jornada y que su único deseo sea dormir antes que tener sexo.
Nada de lo anterior significa que la vida sexual de la pareja esté irremediablemente perdida. ¿Qué hacer entonces para recuperar la chispa sexual en la pareja?
Cómo tener una gran vida sexual, incluso con hijos
- En primer lugar, es importante poner las expectativas al mismo nivel que la realidad. Al aceptar que ya no es posible tener las mismas costumbres sexuales, la pareja no se resigna y se permite explorar otras posibilidades.
- Los juguetes sexuales y otros elementos que están disponibles en cualquier vive sex shop son una gran alternativa para las parejas. Estos permiten aumentar la estimulación, prolongar el placer y explorar otras maneras de complacerse mutuamente.
En estas tiendas es posible encontrar juguetes, lubricantes, aceites para masajes, estimulantes de aplicación tópica y dispositivos para ayudar a recuperar el tono vaginal.
- Mientras sea posible, los niños deben dormir en un espacio separado al dormitorio de los padres. Si son muy pequeños, con instalar un monitor es suficiente para vigilarlos.
- Poner la cama sobre una alfombra o que el suelo de la habitación esté totalmente alfombrado es una excelente idea para absorber el ruido. Los suelos de madera también son una buena opción.
- Incluir el sexo en la agenda y el presupuesto. Es decir, los padres deberían tomarse un tiempo en el que puedan dejar a sus hijos al cuidado de otra persona y escaparse a un lugar en el que puedan tener intimidad con total libertad.
- Tener en la cama cojines pequeños o almohadas a la mano que puedan morder para sofocar el ruido durante el sexo es muy efectivo.
Como dato importante, todo padre debe saber que los niños desde 0 hasta los 7 años suelen tener el sueño muy profundo. La prueba de esto es que pueden quedarse dormidos en medio de una fiesta con música y ruido, incluso los pueden mover de un sitio a otro sin que ellos siquiera se den cuenta.
Por eso, pueden relajarse cuando el niño haya conciliado el sueño profundo. Es difícil que lo puedan despertar, siempre y cuando no esté en la misma habitación.