«El diario de Bridget Jones» es una de esas comedias románticas de cabecera. Esta película ha sido recurso de mucha gente para amenizar tardes de Navidad aburridas, paliar dolorosas rupturas o recrearse sufrimientos amorosos varios en general. Cualquier excusa puede ser buena para revisionar esta cinta, aunque, a veces, pueda ser una forma de fustigación gratuita e indeseable.
La historia de esta película, presentó en 2001 por primera vez la historia de una mujer muy lejos de la normatividad y la idealización. Aunque en su momento, nos vendieran a Bridget Jones como una mujer fracasada y obsesionada por alcanzar una vida acorde a lo que se esperaba de ella, ahora podemos darle la vuelta a esa visión.
La historia de Bridget Jones no es la historia de una mujer frustrada en el amor que convierte toda su vida en una carrera de fondo por adelgazar, dejar de beber y fumar y conseguir un buen novio, es la historia de todas las mujeres que sufren la presión constante de la sociedad.
De lo que nos quisieron mostrar, a lo que nos mostraron realmente
Durante años, esta película ha sido vista como una visión irrisoria de una pobre mujer desastre. Posiblemente, esta fuese la lamentable intención con la que se creó, pero realmente, pone de manifiesto un enorme problema social al que las mujeres aun se siguen teniendo que enfrentar. La constante presión social por entrar en los estándares, la normalización de que personas cercanas en tu vida te juzguen, el sentimiento de necesidad de un compañero para construir una vida… La cantidad de puntos en los que miles de mujeres se sienten reflejadas con Bridget Jones es infinita, y no, no es nada cómico, es real.
Su relación con los hombres es otro de los puntos clave de la película. En este aspecto, de nuevo podemos redefinir el sentido de estas relaciones. Lejos del amor romántico, Bridget Jones nos enseña las dos caras de una moneda. La imperiosa necesidad de tener pareja como imposición para encajar en la sociedad, y la lidia con relaciones insatisfactorias en las que la línea de la voluntad y la presión está cada vez más difusa.
En cualquier caso, Bridget Jones ha enseñado muchas cosas. Creyeron que nos daban un icono ridículo y victimista y lo que nos dieron fue una referencia en lo que no deseamos tener que soportar. Y así, compartiendo sufrimientos, podemos quitarnos un poco de carga y entender que no fallamos nosotras, falla la sociedad.