Desde principios de este mes de enero, el Teatro Reina Victoria de Madrid acoge la comedia «El aguafiestas», una adaptación de la obra de«L’Emmerdeur», de Francis Veber, autor de otros títulos como «La cena de los idiotas». Para dar vida a esta historia cargada de situaciones absurdas, rozando el surrealismo cómico, el emblemático actor Josema Yuste se sube al escenario, junto a Santiago Urrialde como protagonistas, y con Maribel Lara, Vicente Renovell, Kiko Ortega y Arturo Venegas como compañeros del reparto. La producción corre a cargo de Cobre Producciones, Olympia Metropolitana y Nearco Producciones, con la dirección de Marcelo Casas.
Josema Yuste, uno de los grande humoristas españoles, fue uno de los integrantes del grupo cómico Martes y Trece. Durante varias décadas, el nombre de Yuste figura como parte de la cartelera teatral de Madrid. En esta ocasión, «El aguafiestas» le brinda un doble ejercicio: además de interpretar a Sergei, un asesino a sueldo que se hospeda en un hotel con el fin de disparar desde una de las ventanas, ha sido el responsable de adaptar el texto original a una versión para el público español. Hablamos con Josema Yuste para conocer su percepción de esta comedia, así como su relación con el mundo del teatro.
Son muchos años dedicados a esta profesión de hacer reír a los demás… ¿Qué impresiones tienes, tras tantos años actuando, al ver el escenario del Teatro Reina Victoria?
Este fue el segundo teatro que pisé como actor profesional, con veinte años. El primero fue el Teatro Marquina. Y el segundo fue aquí, con Rocío Dúrcal, en una función en la que yo trabajaba como actor de reparto. Y he vuelto otras veces a este teatro. Y mi vida ha sido una constante relación con la comedia y el humor. No he hecho otra cosa.
¿Es el humor una constante en tu vida?
Yo soy el típico artista que, cuando salgo del camerino, me convierto en un ser normal y corriente, y no hago mucho más humor. Me gasto y me desgasto en el escenario.
Supongo que el humor no es un género fácil…
No, no es fácil. No sé hasta qué punto es más difícil que el drama, pero fácil no es. Por eso procuro dejarme la piel en el escenario y cuando escribo. Bueno, el alma, la piel no, dejarme el alma, mi talento, mi ilusión, mis ganas…. Y fuera de ahí, tengo otra vida.
Y después de una gira, ¿cómo es el venir a actuar a tu ciudad, Madrid?
Estoy muy contento. Llevo veinte años en el teatro, sin bajarme de las tablas, y cada año he tenido una función en Madrid, así que no puedo dejar de dar las gracias. Especialmente al público.
El público te lleva apoyando toda una vida…
Yo siempre digo que el mejor premio que he tenido en mi carrera profesional es el reconocimiento del público. El mejor sin duda. A mí las estatuillas, sin ser pedante, no me valen para nada. El premio es el del público.
En esta ocasión, con la obra «El aguafiestas», no sólo interpretas a uno de los protagonistas, sino que también has trabajado de manera intensa sobre el guion original para adaptarlo. ¿Cómo es este proceso de adaptación del texto?
Al principio me leo muy bien la comedia, trato de respetar el argumento, es importante respetarlo para no confundir a la gente y, a partir de ahí, voy sustituyendo, o añadiendo o modificando, y dándole mi impronta personal. Igual hay chistes que en Francia sí funcionan y aquí no, y los versiono para que aquí se entiendan. También me gusta mucho jugar con el gag visual en el teatro, creo que el escenario es muy buen sitio para que la gente los vea y disfrute.
¿Y cuál es la clave para disfrutar de una comedia?
La gente viene con ganas de reír. Esto es importante. Tú tienes que venir al teatro dispuesto a dejarte engañar y seducir. No como crítico. Si no lo conseguimos, pues mala suerte, pero lo vamos a intentar por todos los medios. Pero si vienes con esa actitud positiva, te lo acabas pasando bien.
Y, a pesar de insistir en esa actitud, esta obra se llama «El aguafiestas»… ¿Por qué este título?
Es un título que había que traducirlo. El original es “L’Emmerdeur”, que significa algo así como “el tocapelotas”, pero no quedaba muy bien esa traducción para el título… La comedia es muy divertida y muy original. Son seis personajes y un escenario, que se compone de dos habitaciones de hotel, que están comunicadas por una puerta, pero los inquilinos no saben, en principio, quién está al otro lado.
¿Algún desafío en esta obra?
Como hablábamos antes, yo he hecho la adaptación de la obra, y ha sido la parte de todo el proceso que más me ha divertido, pero sigue siendo un reto. Me encanta escribir gags, chistes, situaciones cómicas… Me lo paso muy bien. Y cuando luego compruebas que lo que has escrito, funciona, y el público se ríe, te da mucha alegría.
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El oficio del artista es un trabajo del que no todo el mundo puede presumir de llevar toda una vida en ello. ¿Qué secreto tienes?
Yo intento traerlo a nuestra idiosincrasia, para que lo entendamos todos. Llevo haciendo humor cuarenta y pico años, y lo sigo haciendo, pues algo habré hecho bien. Yo creo que pertenezco a ese 20% de españoles que somos felices con el trabajo que tenemos, y al 8% de actores que trabajamos regularmente. Me siento un privilegiado.
«Hace 30 años había mucha más libertad que ahora»
Intentas traerlo a un lenguaje que el público comprenda… ¿Pero sirve cualquier tipo de lenguaje?
Realmente no sé si hay límites. Pero desde luego, hace 30 años había mucha más libertad que ahora. Pero yo creo que el límite te lo pones tú mismo, depende de tu educación, de tu sentido de la estética, tus principios… Todo eso te hace pararte en una línea determinada. Yo creo en la libertad, absolutamente, y, al igual que creo en la libertad del contrario, creo en la mía.
La obra roza el surrealismo con tantas situaciones disparatadas. El tener que actuar a diario con tu compañero Santiago Urrialde imagino que añadirá un punto más inusual todavía… ¿Cuál es la anécdota más descabellada que recuerdas, sobre el escenario, que no estuviera escrita en el guion?
Hay un montón. Hubo un día que casi se ahoga mi compañero Santi en el escenario… Tenemos una botella en el escenario y, de vez en cuando, bebemos, como personaje. Y hubo un día que le veo echando agua por la nariz… Yo estaba tumbado en la cama, porque se supone que en ese momento me han puesto un sedante con una inyección, y no me puedo mover, y le veo echando agua por la nariz, ahogándose. Finalmente, Vicente, otro compañero actor que hace de médico en la función, le ayudó. Le faltaba echar agua por las orejas… Nosotros nos divertimos después, pero fue un mal rato. En este país es así, te ríes de las desgracias ajenas.
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Vuestra obra se suma a una larga lista de títulos en la cartelera madrileña de esta temporada, donde más de una decena son obras musicales. «El aguafiestas», sin embargo, es una comedia de texto. ¿Cómo interpretas esta oferta tan amplia de espectáculos?
Eso es muy bueno. Muy bueno para el sector y para el público. La gente busca emociones y dejar a un lado las pantallas. Ir al teatro es una experiencia en directo, socializas, sabes que la función solamente es para ti… Y luego puedes ir a tomarte un pincho de tortilla (Risas). ¿Qué ocurre con tanto musical? Pues que a los que hacemos teatro de texto, nos hace un poquito de daño, porque el público que va a ver un musical, se gasta 70 euros en una entrada, y suelen ser varias entradas, y no vuelven al teatro hasta dentro de unos meses. Pero bueno, es así, y yo prefiero que haya de todo.
También hay mucho monologuista en los teatros…
Eso está muy bien, porque crea ficción. Los jóvenes que van a ver monologuistas, igual un día se interesan por ir a ver una comedia.
Y cuando tú eras de esos jóvenes, ¿también ibas al teatro?
Había cómicos, pero no había monologuistas. Cuando era joven, y trabajaba menos, veía muchos teatros. Había temporadas que me veía toda la cartelera entera de teatros de Madrid. Ahora trabajo más que veo, pero bueno, de esto tengo que vivir y comer. Como dicen: “en casa de herrero, cuchillo de palo” (Risas).
Si te apetece disfrutar de la actuación de Josema Yuste en «El aguafiestas», puedes encontrarlo desde el 11 de enero, de miércoles a domingo, en el Teatro Reina Victoria de Madrid. Las entradas están disponibles aquí.