Las canciones deberían ser como los niños, como las niñas. Las canciones deberían ser niñas. La idea no es mía, la dejó caer con su garganta de arena una vieja cantora argentina, grande entre las grandes, en un boliche de Boedo. Fue una frase enigmática que he ido entendiendo con el tiempo y que ha cobrado todo el sentido al escuchar “Te juro que no hay un segundo que no piense en ti”, lo nuevo de Antonio Orozco.
Las canciones deberían ser como niñas porque deberían empezar jugando, deberían decir la verdad (pero la verdad de verdad) y deberían ser capaces de emocionar y emocionarse sin rubor. Por eso esta canción es una niña.
Esta canción empieza con un piano, y comienza a jugar en un patio de colegio, en un parque soleado, como una niña que sobre las teclas del piano nos va llevando a su juego de vida. Después entra la voz de Antonio Orozco, que sigue siendo poderosa y rasgada solo que ahora él y nosotros sabemos que su voz es vulnerable, y quizá por eso se nos antoja más tierna aún, más sincera, y estremece escuchar que su voz de siempre es también una voz nueva, y pensar que es una voz niña, que supo comenzar de nuevo para ser mejor. Y esa voz comienza diciendo: “te prometo que más que mirarte estaba pensando en quedarme a vivir”.
A los mayores nos cuesta prometer, no nos vemos con las fuerzas de prometer. Pero los niños sí saben prometer y saben cuándo se les promete algo de verdad. Y esta promesa que hace Antonio es cierta, toda la canción es una promesa, toda la canción es una emoción que sube y sube y juega sin darse cuenta, con la inocencia y la inconsciencia de quien vuelve de nuevo a descubrir el mundo, como les ocurre a los niños. Y la canción juega, juega con las palabras, como le gusta a Antonio: “comiéndote a versos”, dice, “me sobra la poca vergüenza”, reconoce casi sonriendo, mientras su voz crece tanto como lo hace la emoción.
Tras las dificultades que ha superado, Antonio está eufórico con su nuevo disco, que no verá la luz hasta el próximo año, feliz como un niño por grabar en Abbey Road, enamorado de la música y de los suyos, emocionado por hacer de nuevo por primera vez lo que ha hecho toda su vida. Por eso esta canción es una niña, da igual si esa niña se llama María, Carmen o Antonella… esta canción es una niña que nos hace emocionarnos, que nos ilumina y que, como ocurre con los niños, nos hace un poco mejores….