Fuente: Academia de Cine
Madrid, 20 de Feb.
Arropado por sus dos vicepresidentes, Enrique González Macho se plantó en una multitudinaria rueda de prensa dispuesto a clarificar los porqués de su marcha de la Academia de Cine tras cuatro años en el cargo. Antes de que se cumpla el año de su reelección, el ya expresidente manifestó que cesa ahora porque «la Academia está bien. Juro y perjuro que si esta casa estuviese mal no me iría y, además, el motivo es única y exclusivamente porque tengo una actividad profesional, he pasado momentos difíciles, y ahora me toca dedicarme un poco a ella. La palabra dimisión no se entiende mucho en nuestro país, pero yo he creído siempre en la renovación y en que venga gente nueva y buena: siempre hay personas más válidas que uno mismo. Uno se debe marchar cuando debe, eso es muy po sitivo”, recalcó.
Casi emocionado por momentos, se mostró orgulloso de que en su etapa al frente de la institución no haya habido malas noticias sobre la entidad, “sí sobre la industria o el cine. En estos tiempos en los que no se ha salvado nadie, hemos salido airosos de escándalos, no hay nada grave que se nos pueda achacar. La Academia está más viva y más fuerte que nunca, somos ejemplo para los franceses por ser la única entidad europea que está activa a lo largo de todo el año”. También sacó pecho por no depender del poder público –“Las subvenciones sólo representan el 9% del presupuesto anual de esta institución. En épocas de crisis, el dinero privado escasea, pero nos da una independencia que otros colectivos no tienen”–.
Fue precisamente “orgullo” la palabra que más veces mencionó el productor, distribuidor y exhibidor a lo largo de su comparecencia, y también quiso destacar que “las cosas tienen un tiempo y un recorrido. Seguro que lo entenderéis, tengo un enorme cariño a esta casa, que tiene mucho porvenir y futuro por acoger a un colectivo ampliamente diverso, con procedencias e ideologías de todo tipo, actividades profesionales muy distintas, esa es su riqueza”. Y no se olvidó de agradecer “la inmensa labor” de los tres vicepresidentes que le han acompañado en las ternas que ha presidido (Antonio Resines, Judith Colell y Marta Etura); de la Junta Directiva de la entidad, “hacen una labor impagable, pues, como la presidencia, no cobran por el trabajo que realizan”; ni del equipo, “el patrimonio”, d e la Academia.
Le tocó, inevitablemente, hacer balance de lo que pasa fuera de la vida diaria de Zurbano, 3. “Me importa y quiero al cine español: se han hecho menos películas que nunca y con mayores dificultades, pero aún así nuestras películas han conseguido que éste sea el mejor de la historia en lo que a nuestro cine se refiere. Es muy difícil de explicar, pero la realidad está ahí y ha sido esa”. Desde 2011, tuvo que bregar con “un poder político que no nos ha sido de ayuda. No creo que la situación pueda ir a peor después de las elecciones”. Matizó que su gran fracaso no fue el no haber conseguido “la bajada del IVA. La Academia, que no es un órgano ejecutivo, debe ofrecer planteamientos y alternativas, dar soluciones para que te las escuchen, pero hay veces que sólo te las oyen. De lo que sí estoy convencido es que la Academia tendrá un desarrollo serio, armónico, bien estructurado y con unos fines que ya conocemos»
Pasar el testigo
Según el expresidente, las aptitudes que debe tener aquella persona que le sustituya son “ganas y entusiasmo, al ayudar a la profesión te estás ayudando a ti mismo”. Antonio Resines, presidente en funciones de la Academia desde ayer, quiso agradecer a Enrique González Macho “en nombre de los que trabajan en la Academia y los que trabajan en los órganos directivos, el haber echado mucho tiempo entre estos muros, porque francamente se han hecho muchas cosas”. Deberá convocar elecciones a la presidencia, junto a la Junta Directiva, en un plazo máximo de tres meses.
Tal y como recalcó en el comienzo de su intervención, González Macho deja paso ahora a nuevos profesionales con nuevas intenciones, “en una institución como ésta, en la que siempre estamos en el ojo del huracán, las ideas también se acaban y hacen falta nuevos propósitos para hacer cosas diferentes”. Tras cuatro años “gratificantes”, tiene “gran pena”, pero se siente “ligero de peso. Voy a guardar un recuerdo maravilloso de la Academia. Lo contrario sería cínico, he estado porque he querido, por el deseo de servir a los demás. Mucha gente me ha agradecido esta labor, pero no tienen que hacerlo, nadie me ha obligado a estar aquí y no es momento de falsos heroísmos, vendrán otros…”.