Un año después de abandonar Louis Vuitton, Marc Jacobs sorprende en NYFW con una colección inspirada en Diana Vreenland Billy, histórica editora de Vogue.
Erin O´Conner abre el desfile en el que descubrimos a una mujer fuerte y sofisticada que nos recuerda a las mujeres de principios del siglo XX. Grandes abrigos, chaquetas a la cintura, faldas largas y midi y vestidos, tanto para el día como para la noche son las prendas principales de una colección llena de detalles. Todo ello acompañado de estolas de piel, bolsos ladylike, guantes de cuero y botas altas, en la mayoría de los estilismos.
Entre los materiales utilizados destacan las sedas, encajes, estampados animales y paillettes, utilizados para vestidos de noche y detalles en abrigos, con una gama, principalmente de colores sobrios, entre los que se cuelan ocres, rosas «chicle» y verdes.
Para el maquillaje, Jacobs optó por una estética similar a la de Paley, Jacqueline de Ribes y la misma Diana Vreeland y así se lo hizo saber a Nars que captó perfectamente la idea. Las modelos subieron a la pasarela con una piel muy pálida y los ojos y los labios muy marcados en tonos oscuros.
Una maravillosa colección, la tercera en solitario, que, si bien es muy diferente a la anterior, sigue teniendo el sello de su creador.