En el desfile de Andrés Sardá hemos podido disfrutar de una mujer rebelde que no se para ante nada, y que no se doblega ante ninguna situación. Da igual el estrato social al que pertenezca, porque en este desfile estamos viendo una mujer fuerte y segura de si misma.
Retrocedemos en el tiempo hasta la revolución francesa y nos encontramos con unos auténticos trajes de época modernizados hasta el extremo. El desfile está dividido en cuatro partes. La encargada en abrir el desfile es Victoria Abril, que da paso a una serie de modelos con transparencias, enaguas y plumas.
El primer bloque está dedicado al pueblo, donde los materiales son la rafia o el ante entremezclados con tules. Colores marrones, grises y malvas dan un toque de sensualidad y sencillez.
Seguimos adelante con el desfile y ya nos encontramos en plena Revolución francesa: Las modelos se visten como auténticos militares bajo una bandera ondeante. Es la parte mas guerrera del desfile; botas, insignias y sombreros son los complementos que visten a una lencería de película en seda y encaje.
Seguimos subiendo escalones en el desfile y nos encontramos con la nobleza: Enaguas y miriñaques de organiza son los protagonistas. Tonos pastel y pelucas empolvadas son los protagonistas.
La última parte del desfile, es la fiesta a la que asiste esta nobleza: Labios rojos y piel terciopelo. La nobleza está lista para arrancar la fiesta. Gran riqueza en los detalles y los tejidos como podemos divisar en los tirantes de los sujetadores revestidos de terciopelo y cristales de Swarosky que brillan infinitamente. El color rojo, el azul y el negro son los básicos de esta cuarta parte del desfile y con el que se cierra la pasarela.