Demna Gvasalia presenta su tercera colección de prêt-à-porter como director creativo de Cristóbal Balenciaga. En busca de inspiración en las fotografías de los libros de Cristóbal, Gvasalia los adapta a su estilo, pero por primera vez hemos vuelto a vivir la alta costura de Balenciaga.
«Estudié cómo se llevaban las piezas y encontré estas imágenes de antiguos paneles de inspiración, de mujeres desfilando con abrigos como este», explicó el diseñador. «La idea era volver a ese tipo de elegancia, al gesto con que se usaban esas piezas, pero refrescarlo y hacerlo más moderno. También las puedes llevar normal, pero están confeccionadas con una parte más agrandada con la opción de recogerla. Y eso es básicamente lo que he encontrado en todos estos libros».
Demna, en cuyos inicios en la moda destacó por sus prendas urbanas pero elegantes sin apenas decoración, ahora está reinventando lo que ve, y es excepcional. Gracias a esa capacidad está consiguiendo modernizar la casa y que de sus raíces nazcan nuevos brotes.
El desfile se abrió con abrigos de sastrería asimétrica, con drapeados sobre el hombro izquierdo y hombros redondeados. Las chaquetas, los duffels, las bufandas encapuchadas, e incluso una capa del leopardo daban la impresión se contorsión. Demna también se dejó llevar por las flores que tanto marcaron el estilo de Cristóbal Balenciaga; y las estampó en una falda que combinaba con grandes jerséis en colores llamativos para modernizar el look.
Una nueva falda de lápiz en la cual los métodos juguetones del diseño de Demna se han utilizado completamente: ha transformado una alfombrilla de coche en una envoltura elegante.
Vestidos dignos de la alfombra roja, nueve en concreto, que cierran el desfile. Un vestido de lunares con polisón en la espalda, otro hecho en tafetán rosa oscuro, u otro vestido negro entallado, también con volúmenes en la parte trasera, no eran las únicas referencias históricas. Volviendo a tocar el archivo de Balenciaga, Gvasalia ha reelaborado los diseños originales de Cristóbal para producir un final deslumbrante. Jugando con el volumen, un magnífico vestido a capas en magenta, es seguido rápidamente por un corpiño de corazones con un arco de seda gigante, fiel a la elegante visión de Cristóbal de los años 50.
Con la llegada de los colores vivos se marcó un cambio de ritmo, y las figuras destacaban. Las medias verdes, amarillas, naranjas… y chalecos cortados como una especie de arneses en colores pastel. Incluye bolsillos y bolsas de gran tamaño. También usa como complementos pendientes desiguales y gafas de sol, con aire antiguo.
El diseñador ha demostrado con creces estar a la altura del desafío: encontrar el equilibrio entre lo antiguo y lo nuevo, e impulsarlo hacia el futuro.