DAHIA, nombre de la guerrera bereber Dahia Al-Käina, que en árabe significa sacerdotisa, así bautiza Ion Fiz la colección S/S 18 que presentó ayer durante la segunda jornada de la MBFWM. Se trata de un trabajo realizado en la ciudad de Melilla desde el mes de marzo hasta julio, meses durante los cuáles estuvo trabajando y viajando 10 días en la ciudad melillense y 10 días en Madrid.
Toda colección tiene un trabajo y esfuerzo detrás, pero en este caso había mucho más. Se ha realizado en el taller textil de moda étnica sostenible Lal Labuya que ayuda a mujeres en riesgo de exclusión social, lo que ha supuesto una iniciativa sin precedentes en la moda española. Pero es que, además, el diseñador vasco, presentaba por primera vez su primera colección de moda infantil.
La inspiración para el proceso creativo ha tomado como punto de partida las cuatro culturas que conviven en la ciudad de Melilla: cristianos, musulmanes, hebreos e hindúes. Esa diversidad cultural ha quedado reflejada en la riqueza de los tejidos, las texturas, los exuberantes colores y la técnica puramente artesanal. Los resultados han sido tejidos de jacquard y damasco creados en telares a partir de hilaturas de lino y seda; bordados y estampados inspirados en el paisaje botánico y exótico de la cuidad melillense junto a su arquitectura modernista.
Y con estas pinceladas daba comienzo el espectáculo que introducía un elemento vanguardista: un shooting dentro del desfile. Las modelos iban saliendo a desfilar y nada más pisar la pasarela tenían que afrontar primero una sesión fotográfica para después continuar con el desfile. Una de las primeras en hacerlo, fue la modelo Helen Lindes. La embajadora de la marca Rowenta España, no sólo ha desfilado con las piezas de Ion, sino que también lo ha hecho con una camiseta que ella misma ha diseñado a beneficio de la Fundación Ana Bella. Y así hemos podido disfrutar de un maravilloso show dejándonos seducir por la riqueza de las texturas, tejidos y los abundantes colores.
Otro de los elementos innovadores ha sido ver sobre la pasarela a los pequeños de la casa desfilando en sus carritos de bebés, a juego con sus trajes y con el de sus modelos masculinos.
El broche de oro a este desfile étnico y cultual, lo puso un traje de novia inspirado en la ciudad melillense.