Si algún día Philipp Plein presenta una de sus colecciones de un modo tradicional sabremos que algo le pasa, cada uno de sus desfiles supera al anterior en ingenio y en , sí se permite la expresión, locura. En esta ocasión, Plein recreó una pista de esquí hasta la que llegó una gran nave espacial con Irina Shayk en su interior y un gran robot que la acompañó mientras lucía un ajustadísimo mono negro con detalles de cuero e incrustaciones de cristales y en el que se podía leer «I love Phillip Plein».
La cita fué el Sábado por la noche en el Navy Yard de Brooklyn, y aunque el diseñador alemán hizo esperar una hora, aproximadamente, a sus invitados seguramente al ver descender la gran nave espacial entre una gran cantidad de humo, luces intermitentes y fuertes efectos de sonido se lo habrán perdonado.
Tras este espectacular inicio no cesaron de pasar por la pasarela abrigos de fumador, abrigos de pelo, algunos modo de vestidos cortos y otros largos, trajes de esquí rojos tan ajustados como el que lucía la modelo rusa al inicio, botas peludas hasta la rodilla, conjuntos de neón amarillo, monos de cremallera abierta, abrigos impermeables, plumíferos, tops, prendas metálicas de tejido metalizado pero también un sencillo minivestido de terciopelo negro y un conjunto compuesto por un top negro con mangas de tul y una falda con varias capas de este mismo tejido.
Philipp Plein elaboró una colección dinámica y moderna, con guiños galácticos, cómo era de esperar, en la que predominó el negro en la que ha estampado su nombre en casi todas las prendas. Su propia versión de la moda deportiva de invierno que seguramente se podrá comprar en la pop-up que ha puesto en la céntrica Mercer Street de Nueva York y en sus tiendas en los resorts de esquí de Courchevel y St. Moritz.