Está claro que todos queremos lucir unos dientes blancos y relucientes. Por este motivo, muchas veces, acudimos a clínicas especialistas en blanqueamientos dentales, estéticos o simplemente utilizamos un kit blanqueador en nuestras casas. Pero eso podría tener consecuencias. En algunos casos, irreversibles.
Se conoce como blancorexia, a la moda de tener los dientes cada vez más blancos. No obstante, no es ningún secreto que la moda y la estética acaban habitualmente en problemas de salud, y la blancorexia no es una no es una excepción.
Cuando uno tiene problemas de color en los dientes debido a manchas de café o de tabaco, entre otros motivos, es normal que quiera blanquearse los dientes. Un blanqueamiento dental podría mejorar mucho la autoestima de estas personas afectadas. Pero no se trata de una competición de quien tiene los dientes más blancos. Y es que bien sea a través de blanqueamiento láser, led o férula, el principio es exactamente el mismo: aplicar peróxido de oxígeno sobre nuestro esmalte dental. Esta sustancia, por tanto, daña nuestro esmalte dental al penetrar en la dentina donde libera el oxígeno que actúa como blanqueante.
Otra de las consecuencias, es el aumento de la sensibilidad de los dientes, tanto al frío como al calor. Personas que hasta entonces no tendrían ningún problema para tomarse un café caliente o un helado, descubrirán una sensación muy desagradable. Si ya de por sí, la persona es sensible al frío o al calor entonces el problema se agrava. No solo aumenta aún más la sensibilidad dental sino que también se pueden llegar a perder la pieza dental a la que se le aplica el blanqueamiento. Por ello, si tienes problemas dentales debes preguntarte si merece la pena el riesgo.
De cualquier forma, no es tan peligroso como parece ya que el gel abrasivo está regulado por ley con concentraciones máximas permitidas. Mientras que en las clínicas estos geles pueden contener hasta un 30% de concentrado, en los productos de venta libre están limitados a un máximo de un 1%. Así, se evita un mal uso, ya que en casa no está siendo supervisado por un odontólogo.
Si decides hacerte este tipo de tratamiento elige a un profesional de confianza. Desconfía de tratamientos demasiado baratos, teniendo en cuenta que un blanqueamiento cuesta alrededor de unos 300-600 euros. Y por último, sigue una “dieta blanca” durante los días posteriores, es decir, evita alimentos muy pigmentados ya que pueden alterar el color que deseas obtener.