Es sábado por la noche. Caminamos en dirección al Teatro de Bellas Artes de Madrid. Vamos a ver La Vuelta de Nora. La ciudad está revolucionada, quizás sea por las elecciones de mañana. Quién sabe. Me detengo a observar con gran detenimiento el cartel. La mirada de Aitana Sánchez-Gijón es intensa. Dice mucho. Leo el resto de nombres del reparto. Son muy sonados. Los conozco a todos. Lo mejor de Vis a Vis y de La verdad está aquí. Saltan de la televisión al escenario. Entonces, recuerdo cuando compartí vagón y asiento con todos ellos.
Estábamos en Alicante. Yo venía a Madrid después de descansar unos días con mi familia. Tenía mucho trabajo, pero me puse un capítulo de Vis a Vis y, de repente, Roberto Enríquez se sentó a mi lado. Imaginaros la situación. Levanté la cabeza y vi a Aitana y a Elena. Ahora sé que estaban juntos por La Vuelta de Nora, por esta obra que en unos minutos disfrutaré (o no). El mundo es un pañuelo. Me ha entrado curiosidad. Pueden hacerlo muy bien o simplemente no llegar. La tele no es lo mismo que el teatro.
Una voz omnipotente nos avisa de que la función está a punto de empezar. Las luces se apagan. La oscuridad se convierte en la reina del espacio. Tres, dos, uno… Que comience el espectáculo.
La Vuelta de Nora es la segunda parte de Casa de Muñecas. Tras su éxito en Broadway, aterriza en España para sorprendernos. La dirección recae sobre Andrés Lima y cuenta con actores como Aitana Sánchez-Gijón en el papel de Nora, Roberto Enríquez en el de Torvald, Elena Rivera como Emmy y Maria Isabel Díaz Lago como Anne Marie.
El tiempo cierra heridas y destruye recuerdos. Aunque no todos. Después de 15 años, Nora regresa a la que un día fue su casa. Ahora se ha convertido en una escritora feminista con mucho éxito. Pero hay algo que le ha quedado pendiente: formalizar los papeles del divorcio. Sigue casada con el que consideraba su ex marido, Torvald. Lo abandonó. Abandonó su casa, a su esposo, a sus hijos y a su niñera. A lo largo de 95 minutos, Nora será juzgada por sus actos del pasado y por sus actitudes del presente. Mentiras, miedos, vergüenzas y parámetros preestablecidos.
La obra comienza de manera muy sutil. El principio es muy teatral. Quizás algo dramático. La constante preocupación de Anne Marie y la elegancia altiva de Nora reinan ante la expectación de su lapso. Y a medida que los segundos trascienden, la obra va adquiriendo ritmo, dinamismo y sobre todo, credibilidad.
La incomprensión está presente en todos y cada uno de los personajes, aunque sea por motivos diferentes. La ira de Torvald, el dramatismo exagerado de Anne Marie, el sarcasmo (sorprendentemente amargo) de Emmy y la impotencia de Nora. Todos y cada uno de estos sentimientos priman en la actitud de los personajes a los que encarnan. Hay muchas formas de encarar un problema, las percepciones, las caras del prisma… Todas son distintas; pienso.
Andrés Lima ha conseguido ofrecer al público un espectáculo brillante y real. Es un texto amargo, desgarrador, que consigue calar en la sensibilidad del espectador. Las actuaciones por parte del reparto te acompañan durante toda la obra. El público, aún ausente en la historia, se convierte en un observador mudo. Vive y experimenta el argumento. La vuelta de Nora cuenta con picos álgidos de intensidad que desencadenan en un final apoteósico; porque si hay algo que defina a esta obra es la pasión, la magnitud y la potencia.
Es una representación que todo el mundo debería ver: ‘No necesito a ningún salvador.’
En el Teatro de Bellas Artes de Madrid. Miércoles a viernes a las 20:30 h. Sábados a las 19:00 h. y 21:30 h. y domingos a las 19:00 h.
Ficha Técnica:
Nora: Aitana Sánchez-Gijón
Torvald: Roberto Enríquez
Anne Marie: Maria Isabel Díaz Lago
Emmy: Elena Rivera
Autor: Lucas Hnath
Director: Andrés Lima
Productor ejecutivo: Nicolás Belmonte