Todos tenemos unas características muy marcadas que configuran nuestra personalidad por completo. Ese toque único que nos diferencia del resto. Sabemos como somos, nos conocemos, pero ¿sabríamos decir cuál es nuestro cuadro interior?
Esta serie de identidades que se presentan a continuación muestran una pequeña parte del carácter de una persona, además están relacionadas con un cuadro en concreto que desprende esas peculiaridades con las que las personas se pueden sentir identificadas.
Dramática
Si es esa persona que siempre hace un drama de todo, no tiene tiempo de nada ni si quiera de coger las llamadas porque tiene su agenda repleta de cosas e intenta organizarse, pero se agobia, sería “El Grito” de Edvard Münch. Este cuadro muestra una gran angustia, el propio pintor quería transmitir todo su malestar a través de una serie de pinturas que expuso mediante seis piezas que tituló “Amor”, siendo este la última y la peor etapa del proceso del enamoramiento. Esta pieza demente muestra la desesperación en estado puro, aunque para desesperación la que debe sentir la gente que quiera concertar una cita con esa persona.
Reservada
Cuando una persona es más tímida al principio y luego se suelta, es cortante y borde inconscientemente, pero luego es uno de los seres más adorables y buenos del mundo con la mayor paciencia que pueda existir, es sin duda alguna “El caminante sobre el mar de nubes” del pintor romántico alemán Caspar David Friedrich. El personaje que aparece en el centro de la pintura es una persona anónima, el artista realmente no le quería dar importancia, es un elemento que quiere pasar desapercibido pero que inevitablemente cuanto más se ve el cuadro más se fijan en él. El paisaje representa la calma y la tranquilidad, el artista quería transmitir serenidad a cada persona que tuviese el placer de observar el cuadro.
«Todo es cuestión de parar y fijarse. Ver más allá de unos meros colores y trazos.»
Inocente
Si es la típica madre del grupo que se preocupa hasta de las piedras, es súper ingenua, todavía tiene fe en las personas y se encarga de solucionar constantemente todos los problemas de la gente, el cuadro correspondiente sería “Virgen del prado” de Rafael Sanzio. En la pintura podemos observar la preocupación de una madre por sus hijos, esa mirada contemplativa que vela por el bienestar de los pequeños. Los niños, por otro lado, representan esa pureza y simplicidad de los niños que, ajenos a todo, se concentran únicamente en disfrutar jugando.
Fiestera
Cuando se trata de la típica persona que sale más de fiesta que nadie y no se cansa nunca, que se enamora de cada individuo al que ve y que le da todo igual porque su lema es “Carpe diem” (Aprovechar el momento presente sin esperar el futuro) su cuadro es “Baile en el campo” del pintor francés Pierre-Auguste Renoir. Un cuadro que muestra la despreocupación y la diversión en los bailes celebrados en el prado durante los largos días de verano. La alegría y los colores que irradia el cuadro transmiten una sensación de paz y felicidad que hace que las personas quieran introducirse en el cuadro para poder experimentar el momento que está sucediendo.
Deportista
La persona que tiene menos paciencia de todo el grupo, pero es la más graciosa, le encanta hacer deporte incluso dormido, salta a la mínima y se mete en un montón de líos, pero si es por sus amigos mata, sería el cuadro del “Juramento de los Horacios” de Jacques-Louis David. La obra representa el cumplimiento del deber por encima de todo, también otorga una gran importancia a la musculación de los personajes retratados, ya que para la sociedad romana era un símbolo de fuerza y fortaleza. La fidelidad y el compromiso eran una de las principales cualidades que poseían la mayoría de los ciudadanos de Roma si querían ser respetados por el resto de personas y si querían llegar a ocupar puestos de mayor relevancia en el senado.
Los cuadros desvelan más de lo que muchas veces se quiere ver, tanto es así que, si se observan más detenidamente, las personas pueden verse reflejadas en ellos. Todo es cuestión de parar y fijarse, ver más allá de unos meros colores y trazos.