Aunque Juego de Tronos haya popularizado algunos rincones de nuestras costas mediterráneas, muchas (y muy buenas) producciones cinematográficas han optado, ya sea por su carácter dramático o misterioso o por el deseo estético de sus directores, trasladar su acción al norte de nuestro país. De Finisterre a Hendaya, recorreremos hoy nuestra hermosa costa cantábrica en busca de estas historias que nos han enamorado entre bosques, lluvias y acantilados.
Al pensar en Galicia, inmediatamente acuden a la mente aquellas melodías maravillosas que acompañaban la travesía de Ramón Sampedro, el personaje de Carlos Bardem en Mar Adentro. El gran Carlos Núñez supo captar el alma de esta tierra tan suya y trasladarlo a esta historia desgarrada y hermosa, sincera y dolorosamente cruda a la vez, que es obra cumbre de nuestro cine por derecho propio. Dos años más madura que este gran trabajo de Amenábar es Los Lunes al Sol, también con Javier Bardem en el elenco, que nos muestra varias localizaciones de Vigo a través de los ojos de León de Aranoa, sumergiéndonos en la melancolía que invade a los protagonistas, que en ocasiones parecen fundirse con las propias calles de la ciudad. Trasladándonos a un pasado reciente, Fariña nos muestra la cara más turbia de esta región a veces terrible y a veces maravillosa.
Moviéndonos hacia el este, Asturias hace las veces de nuestra particular Cumbria, con sus paisajes dramáticos plagados de rincones oscuros, orgullosos bosques y pueblos con casonas que hablan de aventuras y oportunidad allende los mares. Uno de estos antiguos hogares de indiano, situado en la antigua villa de Llanes sirvió como escalofriante set para El Orfanato, de Bayona. Adecentada para la ocasión, aún se alza hoy en día, aunque en la realidad sus años y su historia parecen pesar, si cabe, más que en la película. Una visión más realista de esta región norteña nos la da Luz de Domingo, que también nos habla de historia, y del amor más difícil. Y la oscarizada Volver a empezar, del gran José Luis Garci, exhibe la mejor cara de Gijón y tantos hermosos pueblos que jalonan su costa.
Alguna vez llamada (muy injustamente a mi parecer) la versión «descafeinada» de Asturias, Cantabria tiene una sólida identidad propia, que la han hecho ser elegida para dar cobijo a producciones tan variadas como encumbrables. Primos, de mis comedias españolas favoritas, transcurre enteramente en la localidad de Comillas, lugar más que icónico de veraneo para la elegancia mesetaria, y nos procura una ruta completa por todos los rincones de este pueblo maravilloso de visita obligada, desde el ángel exterminador del cementerio a la majestuosa Universidad Pontificia. Cambiando radicalmente de registro, a poco tiempo en coche de allí, en Arenas de Iguña, podemos encontrar la localización de la monumental Los Otros, de Alejandro Amenábar. El Palacio de los Hornillos, ubicado en una finca privada del Duque de San Carlos, además de contar con una historia abultada (sirvió de residencia de verano al rey Alfonso XIII) resulta una visión verdaderamente espectral en días de niebla, y resultó ser un enclave ideal para el magnífico argumento de la película, con una Nicole Kidman apabullante y un argumento que a todos deja con la boca abierta, incluso la segunda vez.
Hablar de nuestra última parada no es fácil, ni histórica ni cinematográficamente. El País Vasco carga con muchas historias (en plural) y mucho carácter a sus espaldas. Desde los mitos que pueblan su folklore, inmortalizados en esa locura que fue Las brujas de Zugarramurdi, a los relatos desgarrados de los Años de Plomo que Miguel Courtouis tan bien plasma en El Lobo, pasando por filmes como Vacas (de tintes más históricos) y La ardilla roja (más dramáticos), ambos de Julio Medem, Euskadi nos muestra sus diversas caras y nos invita a internarnos en esos montes de leyenda. El rostro más moderno de la región, con la nueva Bilbao al frente, ha atraído varias producciones internacionales. Por allí han pasado desde el James Bond de Pierce Brosnan, en El mundo nunca es suficiente, a dinastías milenarias de conquistadores interplanetarios, en la reciente Jupiter Ascending. Cierto es que en esta última ocasión, el destino del planeta entero era ser destruido por completo, pero las imágenes, alteradas digitalmente, solo nos hacen amar la ciudad aún más.
Si con todo esto que te hemos contado no ha bastado para convencerte de hacer las maletas hoy mismo, el norte tiene mucho más que ofrecer. La maravillosa gastronomía, los paisajes, las playas y la amplia oferta de turismo rural y sostenible son algunas opciones que deberías investigar. El Cantábrico no te defraudará, te lo aseguramos.