Los excesos nunca fueron buenos. Y los de estas navidades parece que ya nos están empezando a pasar factura. Pero para que este Año Nuevo no se nos haga tan cuesta arriba, el control y los límites deben comenzar a formar parte de nuestra vida. Pero eso no quiere decir que tengamos que renunciar a hacer aquello que nos gusta, como por ejemplo salir a disfrutar de los restaurantes.
Por ello, si eres de aquellas personas con un agujero en el bolsillo, una que jamás ha utilizado una olla o puesto un lavavajillas, o por el contrario, si eres una de esas almas caritativas que quieren mejorar la vida de los hosteleros de su ciudad, te verás en la obligación personal de salir a cenar fuera. Algo que haríamos todos y que, de hecho, hacemos. ¿Por qué a quién no le gusta darse un caprichito de vez en cuando y disfrutar de una buena comida?
Pero no siempre salir a comer implica dejarse un dineral en la cuenta. Y no se trata de pasar hambre, de ser un “rata”, o elegir el peor plato de la carta, sino de emplear el sentido común.
En primer lugar, lo mejor es omitir el agua embotellada y los refrescos. Siempre hinchan la cuenta porque lo cobran a un precio muy elevado. A lo mejor la misma botella que se compra en un supermercado, en el restaurante te podría llegar a costar el doble como mínimo. Además, en cualquier restaurante que se precie servirán un vaso de agua a sus comensales o incluso una jarra, si estos lo desean.
«La mejor alternativa para la bebida siempre es el agua, por ello, aprovecha y pide un vaso porque siempre será total y absolutamente gratuito»
Y es que el agua siempre es mejor opción frente a los refrescos. Estas bebidas azucaradas no solo pueden ser incluso más caras que el agua embotellada, sino que también, son nocivas para la salud. Por ello, siempre la mejor alternativa es el agua del grifo que, además, es totalmente gratuita.
Otro de los consejos es pedir el menú. Normalmente la mayoría de los restaurantes ofrecen un menú o incluso, un medio menú con algunos de los platos de la carta. Según el día irán variando, por lo tanto, nunca son los mismos. Además, es una buena forma de ahorrarse mucho dinero y salir satisfecho de un restorán.
Viviendo en la generación de los millennials o te adaptas o mueres. Por eso tienes que estar atento a las redes sociales. Casi todos los establecimientos tienen perfiles en las distintas plataformas y de vez en cuando, ofrecen descuentos o promociones. ¡Así que abre bien los ojos y consulta a menudo las webs!
Compartir es vivir, todo el mundo lo sabe. Por eso esta bien pedir algún plato para compartir con otras personas. En realidad, tiene su encanto. Así te podrás pedir esas patatas fritas que tanto te apetecen y no sentirte mal por comértelas tu solo. Además, pedir dos o tres platos a compartir con otra persona amortiza bastante la cuenta y te deja igual de lleno que los platos individuales.
Por eso también es recomendable compartir el postre. Si eres de esos que no puede resistirse a un buen dulce, esta es la mejor opción que puedes barajar para no pagar un postre de siete euros tú solo. Porque seamos sinceros, normalmente lo podemos incluso omitir. No solo es el plato que más engorda, sino que también se puede tomar en casa. De este modo, si se tiene autocontrol, es un gasto que se puede suprimir.
Así, podrás disfrutar de buenas comidas pero siempre siendo consecuente con las decisiones que tomamos.