En algún momento de nuestra vida todos vamos a pasar por una presentación, una mesa redonda, un debate o un escenario donde los nervios y miedos a hablar en público puedan jugarnos malas pasadas. Para estar preparados y ser conscientes de ello, desde redacción os traemos una serie de consejos para vencerlos. ¡Coged papel y boli que empezamos!
Para algunas personas, el hecho de hablar en público es solo un mero trámite más que no les produce ningún malestar. A otros, en cambio, con solo pensar en ponerse delante de un público, les entra ansiedad y miedo a ser rechazado por los demás. Esto tiene consecuencias negativas tanto en el ámbito laboral como en el social.
El nombre técnico a este miedo a hablar en público es glosofobia. Factores como la timidez o introversión, la falta de confianza en uno mismo o una experiencia negativa en el pasado pueden acrecentar este miedo. Ante esta situación, las reacciones físicas más evidentes son la sudoración, temblor en las manos y la voz, palpitaciones, rubor… todo esto se debe a un incremento en la actividad del sistema nervioso. Una respuesta del cerebro ante una amenaza. Es por ello que debemos entrenar al cuerpo para convencerlo de que hablar en público no es una amenaza real y ayudar a relajarlo.
Factores como la timidez o introversión, la falta de confianza en uno mismo o una experiencia negativa en el pasado pueden acrecentar este miedo
Prepara el tema con antelación
Como dice la canción ‘Soldadito Marinero’ de Fito & Fitipaldis, las prisas no son buenas y más aún si tiene que ver con aprenderse un guion o exponer un tema concreto. Además de estudiarlo con días de antelación, otra ayuda es hacer una prueba ante un familiar o conocido antes de exponer ante la verdadera audiencia. Esto va a hacer que la ansiedad se reduzca, al sentirnos más preparados y darnos tiempo para mejorar.
Trabaja la respiración
Ya sea unos días o unos instantes antes de comenzar la exposición, es importante aprender a relajarse. En estos casos los ejercicios de respiración van a ser nuestros mayores aliados. La respiración diafragmática es una de las técnicas de relajación más eficaces, al igual que las respiraciones profundas y controladas. Hay una que me gusta llamar el “cuadrado de cuatro segundos”. Consiste en cerrar los ojos en una posición que resulte cómoda. Entonces inspiras durante cuatro segundos, mantienes el aire otros cuatro segundos, expiras también en cuatro y mantienes otra vez cuatro segundos la respiración. A mi me ha funcionado tanto minutos antes de subirme a un escenario como en una presentación de la universidad.
La respiración diafragmática es una de las técnicas de relajación más eficaces, al igual que las respiraciones profundas y controladas
La imaginación de nuestro lado
Otro consejo que puede ser de gran ayuda es visualizarte hablando delante de un público sintiéndote seguro, a gusto y sonriendo. Cierra los ojos e imagina a un público que te sonríe amablemente y que esté interesado en tus palabras. ¡Seguro que no dista mucho de la realidad!
Concéntrate en ti mismo
Durante la exposición tienes que ser consciente de ti mismo: en el mensaje que estas transmitiendo, en tus movimientos. Si te dejas llevar por los nervios empezarás a hacer movimientos involuntarios, moverte de un lado otro y conseguir así perder el hilo del mensaje que estas transmitiendo. Muévete lentamente, lleva contigo un boli o puntero, estudia los movimientos como un número de baile… cualquier cosa que te ayude a controlarte.
Saber a quién mirar
El contacto visual es tan importante como el mensaje. Pero ¿cómo saber a quien mirar? Lo mejor es comenzar mirando a las personas conocidas del público y si no se da el caso de tenerlas, mirar a las personas que te sonríen o tienen una cara amable. El inicio del discurso es la parte más difícil, por eso fíjate en la gente que te apoya con la mirada hasta que sientas que puedes mirar al resto de los presentes. Nunca mires hacia la pared y mucho menos hacia el suelo. ¡Una cara amable es lo único que necesitas para ganar confianza al hablar!