Pirandello, maestro del teatro del absurdo, nació en Caos, un pueblecito perdido de la mano de Dios en el sur de Sicilia. Nacer en el caos, y ya no digamos vivir en él, es algo que nos ocurre a muchos, pero Pirandello fue más allá y lo convirtió en la justificación de su obra.
El absurdo de intentar justificar el absurdo. Vivimos en un mundo tan obsesionado con la percepción que hasta para el caos, el desorden absoluto o el abismo de los cambios necesitamos una explicación razonada.
Porque ¿alguien en su sano juicio buscaría voluntariamente el caos? Sí.
Si desde el orden y la perfección imperantes no encontramos la belleza, tal vez haya que buscarla desde lo caótico, trabajando sin orden, buscando la fascinación de lo aparentemente inacabado. El caos como reivindicación del cambio constante que producen las dudas, el desorden ordenado que se confunde con la locura.
De este caos buscado surgen prendas sencillas en los cortes, que no están acabadas hasta que el cuerpo de la mujer las define, colocadas en un orden riguroso, que se sobreponen olvidando los manuales de estilo, lo que lleva años escrito.
Vivimos en un mundo tan obsesionado con la percepción que hasta para el caos, el desorden absoluto o el abismo de los cambios necesitamos una explicación razonada.
Caos en la gama cromática, un aparente desorden que salta del eterno negro, la oscuridad y sobriedad de los marinos, burdeos y morados a la delicadeza de la luz de los verdes secos, dorados, naranjas, algún toque de beige… acabados que tan pronto son brillantes como son mates, en un aparente, tan solo aparente, todo vale: de la rotundidad de los acolchados, baguilla y tricot muy abiertos, a la textura casi líquida de creps y satenes pasando por moaré y gazar.
Un delirio buscado, una confusión que culmina en una sobredosis de accesorios, un horror vacui visual, un delirio excesivo de cosas que solo sirven para hacer bonito, como si fuera poco, y que son las que acaban dando sentido a este trabajo. El diseñador colabora con La Cartuja de Sevilla para deconstruir algunas de sus piezas icónicas en geniales piezas de joyería. Así como la como tras la tormenta siempre llega la calma tras el caos y el orden.