Llega el domingo, y no se nos ocurre mejor forma que acabar el fin de semana de carnavales yendo al teatro. Porque de una forma u otra, el arte dramático, según como se mire y según como se use, también puede ser un disfraz, de los que nos gustan, de los invisibles, de esos que la platea aclama como «una doble vida».
Atrás quedaron los vagones llenos de desconocidos enmascarados o de personalidades excéntricas que se paseaban por las calles de Madrid. La gente ha vuelto a recuperar su identidad, a veces desafiante y otras… decepcionante. Pero, a pesar de todo, la ciudad y las personas vuelven a ser reales. También dentro del Teatro de Bellas Artes quien hoy nos recibe con una obra teñida de delirio y melancolía, «Todas las noches de un día«, dirigida por Luis Luque.
Las luces se apagan, el telón sube y la vida de Samuel y Silvia se presenta en escena. ¿Él? Insulso, silencioso y sumiso. ¿Ella? Ciega, solitaria y arrebatadoramente atormentada. Ambos viven lejos de las ostentosas urbanizaciones de la ciudad y se refugian en un jardín con invernadero. Sin embargo, ha pasado mucho tiempo desde que los vecinos decidieron venir (por última vez) a ver a Silvia, la que ahora es dueña de la casa. Ahora solo quedan los estragos producidos por el paso del tiempo. Y Samuel, el jardinero, quien se afana a preservar un recuerdo desdibujado. No obstante, todas las noches comienzan por un mismo día: un policía que acude a esa casa para tratar de averiguar el paradero de la mujer, hasta ahora desaparecida y viva en su recuerdo (y en su corazón).
La vida que pudieron tener y no tuvieron, la incapacidad de amar causada por el dolor de una mala experiencia, o el dolor del recuerdo sumido a la desesperación de lo que pudo ser y no fue. Samuel y Silvia se compenetraban, se complementaban y se querían de una forma que solo ellos entendían. Y eso se aprecia en las homilías de él, en su delirio sacado de desquicie, en la humildad de sus lágrimas, en la incomprensión de preguntas incómodas que lo tachan de vete tú a saber qué. Lo dice, y lo dice varias veces: «No sé dónde está, yo solo intentaba salvarla«. Carmelo Gómez nos ofrece a un hombre desesperado, conocedor de un triste final que se afana al recuerdo nítido de los buenos días.
Por el contrario, Ana Torrent encarna a una mujer llena de dolor, soledad y tristeza que se oculta tras el nombre de un millar de flores, que también representan la melancolía del último familiar que la apreciaba. Rumores, malas lenguas y todo ello escondido tras una espera profana de un amor insano que está más lejos de lo que cree. Que larga y dura es la espera que nunca llega.
En definitiva, una obra cargada con el equilibrio justo entre desquicio y buen juicio; humilde, bonita, triste, elegante, bien ejecutada y brillante. Así que, pasen, vean y disfruten de «Todas las noches de un día», en el Teatro Bellas Artes.
Reparto
Carmelo Gómez y Ana Torrent.
Ficha artística
Espacio escénico: Mónica Boromello.
Iluminación: Juan Gómez-Cornejo.
Vestuario: Almudena Rodríguez.
Composición original: Luis Miguel Cobo.
Autor: Alberto Conejero.
Productor: Jesús Cimarro.
Dirección: Luis Luque.
Una producción de Pentación Espectáculos.