Marzo comienza a florecer entre las calles de Madrid. Los almendros del Retiro ya están en flor y los turistas pasean con la ausencia de tejidos gruesos sobre sus pieles. Aunque también depende del día. Frío, calor… Y no hay duda de que esto es a consecuencia del cambio climático, para que luego ciertas personas o partidos digan que no existe.
Marzo también comienza con alergias, resfriados y con el pánico desmedido del coronavirus, un miedo insolvente acentuado por la desinformación, las prácticas racistas y el egoísmo humano.
Porque si una cosa está clara es que el egoísmo es algo natural, todos somos egoístas. Y eso no quiere decir que seamos mala gente o que vayamos a ir al infierno. Pero todo lo que hacemos en la vida lo hacemos por nosotros mismos. No obstante, existe una notable diferencia entre el “egoísmo egocéntrico”, el “egoísmo consciente” y el “egoísmo altruista”. Y sí, que nos tachen de egoístas puede que sea una de las peores definiciones o “etiquetas” que nos pueden poner. ¿La razón? Porque consciente o inconscientemente lo asociamos a cualidades como ser “ruin”, o a comportamientos que, por norma general, nos perjudican.
“Ego” significa “yo”, por lo que ser egoísta, en el sentido más literal de la palabra, no es ni bueno ni malo. Simplemente, necesario
Aunque, ¿qué significa exactamente ser egoísta? Etimológicamente, “ego” significa “yo”, por lo que ser egoísta, en el sentido más literal de la palabra, no es ni bueno ni malo. Simplemente, necesario. Lo necesitamos. Necesitamos ser egoístas. Porque, por mucho que nos cueste reconocerlo, es el único modo de sobrevivir. Si no, ¿por qué queremos ser padres? ¿Por qué nos casamos? ¿Por qué hacemos amigos? ¿Por qué buscamos trabajo? Fácil, por puro interés egoísta que nos hace la vida más sencilla, y que nos acerca – o nos puede acercar – a esa búsqueda intrínseca (y a veces obsesiva) de la felicidad.
Sin embargo, deberíamos tener en cuenta que las palabras o son neutras ni neutrales, sino que tienen una denotación (lo que significan) y una connotación (lo que asociamos a esa palabra). Todo lo que decimos o hacemos conlleva una ganancia (por mínima que sea) que juega a favor de nuestro propio beneficio, aunque ese sea sentirse bien con uno mismo. Por eso, según nuestras capacidades de comprensión, consciencia y también nuestro estado de ánimo (porque esto último siempre influye en todo), podemos ser egoístas de formas muy diferentes.
¿Una de ellas? El egoísmo egocéntrico. Este tipo de egoísmo corresponde exactamente al que estamos pensando. El malo. Una persona egoísta egocéntrica tiende a pensar que es el ombligo del mundo, que todo debe girar a su alrededor, que solo piensa en sí mismo y que todo el rato señala referencias del tipo mío, mi, yo. Vamos, las que nos hacen pensar “o se calla ya o la mato”. ¿Y sabéis qué? El mundo es una paradoja, ya que este tipo de personas son las que más tachan de egoístas a los demás. Sí, el asunto tiene narices, hay que reconocerlo.
Según nuestras capacidades de comprensión, consciencia y también nuestro estado de ánimo (porque esto último siempre influye en todo), podemos ser egoístas de formas muy diferentes
Luego está el egoísmo consciente. ¿Y este cuál es? El necesario. Es el que nos ayuda a decir que no a los demás. Eso es. Hay personas a las que les cuesta horrores decir que no. “Es que, de buena, soy tonta” es una expresión que nos podría ayudar a redefinir este concepto, y como diría la Vecina Rubia, si no tienes una amiga que lo diga, es que eres tú. Bromas aparte, insisto, es necesario ser egoísta de manera consciente, porque también debemos pensar en nuestro propio bienestar, en nuestra salud física y también emocional. No por nada, sino porque el equilibrio es lo más importante para estar bien con uno mismo y con los demás.
Ser altruista no es un hecho moral
Y por último, está el egoísmo altruista que, básicamente viene a decir que todo aquel acto que nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos, es egoísta. Y eh, no es nada malo, pero si lo pensamos fríamente, cuando hacemos algo para sentirnos bien, estamos pensando indirectamente en nuestro propio interés. Por eso, debemos tener claro que ser altruista no es un hecho moral. Es decir, no es algo que hagamos porque tengamos que hacerlo. Ni mucho menos tiene que ver con la caridad. Tampoco lo hacemos porque pensemos de forma directa o indirecta que estamos obligados a ser buenas personas porque si no el karma nos lo devolverá. Y la razón es más sencilla de lo que pensáis: lo hacemos porque nos hace sentir bien, porque nos genera bien(estar).
Por eso, me parece irónico, gracioso o incluso ridículo demonizar la palabra egoísta. Porque también hacemos un buen uso de él. Al fin y al cabo, como de todo lo demás.