Cuando pedimos un deseo que traspase lo material, solemos caer en el tópico de lo esencial para tener una vida realizada: salud, trabajo y amor. Nos pasamos la vida tratando de mantener los niveles de estas constantes siempre en el máximo, aunque a veces nos y acabamos por conseguir el efecto contrario al deseado. Esta situación quizás te sea familiar cuando se habla, especialmente, del amor. Desde que somos pequeños se nos inculca la idea de la “media naranja”, incitándonos a buscar este tercio de felicidad allá fuera y provocando, en muchas ocasiones, que acabemos descuidándonos a nosotros mismos. Y aquí radica el gran problema. Pedimos sentirnos completos descuidando nuestro amor propio e ignorando que es precisamente ese el ingrediente secreto para alcanzar la felicidad.
El amor propio es el estima que se siente hacia uno mismo y que nos hace sentirnos merecedores del estima ajeno. Se trata de un estado mental y emocional esencial para mantener equilibrado nuestro bienestar y para estar a gusto con uno mismo. Si logramos cultivar nuestro amor propio y estar en armonía con nosotros mismos, nuestra calidad de vida mejorará con creces y lograremos llegar al nivel más sano de estabilidad emocional. Además, alcanzando esta armonía nos alejaremos de sentimientos como la inseguridad, el miedo o la desconfianza para dar paso a otros muchísimo más gratos como la paz, la seguridad o la tranquilidad.
Sin embargo, valorarse, respetarse y quererse a uno mismo sigue siendo una asignatura pendiente para muchos, y es que, cuando hablamos de amor, siempre tendemos a pensar en lo que complementa, y nunca en lo que es complementado. La idea ya obsoleta pero, desafortunadamente, aún vigente de la media naranja ha dejado mella en la educación emocional de las personas nos ha ido conduciendo poco a poco a una búsqueda del estima más allá de nuestros límites. Así, hemos acabado descuidando el que debería ser, por excelencia, el amor primero, el amor hacia uno mismo, fomentando así el cuidado al autoestima y el respeto y confianza con nosotros y nuestras acciones.
Pero, ¡que no cunda el pánico! Nunca es tarde para comenzar a trabajar en el amor propio y para aprender a valorarnos como personas. Alejarnos de pensamientos negativos, darle a nuestros pensamientos, opiniones y actos la importancia que realmente tienen, mirarnos desde una óptica alejada de complejos y desconsideraciones o rodearnos de un círculo social que nos impulse a querernos y a avivar la llama de nuestro amor son pasos claves para lograr este objetivo. Sin embargo, a veces puede resultar más complicado de lo esperado, por ello, buscar solución en ayuda profesional puede ser la salida más viable y certera para llegar a ese punto de bienestar y comodidad con nosotros.
El amor propio es, sin dudas, el amor más importante de todos. Querernos bien no solo va a hacer que nos quieran mejor, sino que nos va a ayudar a valorarnos, a respetarnos y, sobre todo, nos va a ayudar a querer de forma sana lo interno y lo externo. Alejémonos de la ideas de medias naranjas y cuidémonos como piezas únicas e incomparables que merecen todo el respeto existente, trabajando en las claves para alejarnos de comportamientos tóxicos hacia nuestra persona y pidiendo, si es necesario, ayuda a profesionales. Solo de esta forma lograremos entender el amor de la forma más sincera y real, y solo así sabremos discernir entre lo que merecemos y lo que es mejor dejar pasar.