Antes de que este fenómeno tuviera lugar en el mundo de la moda, ya eran usadas y amadas por su delicadeza, elegancia y aires de grandeza. Además de adornar la ropa de la persona en broches o hebilas, en el siglo XVIII, en pleno Renacimiento, podían verse en las manos en forma de anillos de oro con grandes piedras preciosas. También en el cuello femenino y en las orejas. No sólo para adornar las armas como se usaba anteriormente durante la Edad Media.
Tras esta antesala y visitando el famoso presente, encontramos algo aún más famoso: Tiffany & Co en Estados Unidos, fundada en 1837. Aquí la joyería toma las riendas de las familias pudientes que lucirán sus accesorios de lujo en galas y eventos importantes. De hecho, si abrimos el baúl de los recuerdos y desenterramos el latín, nos encontramos con “jocale”, que significa “placer” o algo que aporta felicidad, juego y diversión. No es de extrañar, pues durante años es lo más regalado por excelencia. Bvlgary también enamoró con sus creaciones no más tarde y aquí ya se concebía la joyería tal y como se hace ahora.
Diseños únicos, especiales, con mucha minuciosidad en su elaboración y en la puesta en escena un espectáculo para la vista de todos. La diferencia enmarcada en distintos estilos y cada uno con algo en común: la joya que definía a cada cual.
Poco a poco la joyería pasó a ser la mejor amiga para el outfit de cualquier persona, hasta día de hoy. Perfectamente se puede arreglar un look y cambiar su encanto aportando unos detalles de plata, oro y destellos. Tanto ha sido así que hasta se han realizado prendas limitadas y exclusivas con diamantes, como el vestido de Cenicienta diseñado por Sandy Powell para la película de 2015 dirigida por Kenneth Branagh.
Además de firmar un outfit, son una descripción de la personalidad y del estilo de la persona que las porta. Definen la elegancia y la extravagancia, pero lo que queda claro es que no podríamos imaginarnos un mundo sin ellas al igual que la señorita Hepburn no podía imaginar un “día rojo” sin visitar su escaparate favorito.
Un simple accesorio es capaz de mejorar un outfit, incluso darle vida y personalidad. ¿Qué sería de ese vestido negro sin un bonito collar de perlas? ¿O de ese otro vestido que lucimos con un recogido sin unos pendientes que den luz? Sea como sea, vinieron para arreglarnos los outfits, la vida y no solo eso… ¡A ser auténticas protagonistas diarias!