Si hay algo que siempre me ha apasionado es la vida del teatro que se esconde detrás del escenario. Toda la preparación, los nervios, los camerinos y los lugares secretos a los que poca gente tiene acceso. Allí es donde se crea la magia del teatro y donde todo puede pasar.
Y es esa magia la que hemos podido descubrir gracias al elenco de Cádiz, la obra de moda en el Teatro Lara, con los que pasamos los momentos previos a la función. Ya que estábamos por allí, entre los camerinos, los pasadizos secretos de más de un siglo y los pasillos de la Fundación del Lara… Hemos aprovechado para charlas con ellos sobre la obra que dentro de poco cumplirá un año en cartel.
Impresiona ver el Teatro Lara vacío y silencioso. Aunque dentro de una hora, no estará así. En una hora la sala Cándido Lara estará llena por un público expectante. Cádiz, dirigida por Gabriel Olivares y escrita por Fran Nortes, causa sensación entre los amantes del teatro en Madrid y sus funciones con aforo completo así lo demuestran.
Nos encontramos al elenco en los camerinos, y tras los saludos y las presentaciones nos trasladamos al patio de Cándido Lara. Fran y Bart están ya cambiados y Nacho no tardará en llegar. Se nota que están en su salsa, y no es para menos ya que entre unas obras y otras estos actores llevan años trabajando en este lugar emblemático. Un edificio que, por cierto, es más antiguo que la propia Gran Vía.
¿Cómo es trabajar en un espacio con tanta historia como es el Teatro Lara?
Bart: Para nosotros, tras seis, siete años, es como nuestra segunda casa.
Nacho: Es muy familiar, la gente del teatro es maravillosa. Los acomodadores, los técnicos, el servicio de limpieza.
Fran: El Lara es un teatro muy agradecido. Es recogidito, tenemos al público cerca, se oye bien, no hay que forzar la voz… Y como dice Bart, es llegar aquí y sentirnos como en casa.
Después de todos estos años, tendréis vuestro lugar favorito…
Bart: ¿Lugar favorito? Creo que el camerino. Es el mismo que usábamos para las anteriores obras y donde estamos los últimos momentos antes del espectáculo haciendo un poco el tonto.
Fran: Yo diría también las escaleritas que conectan con el resto de los camerinos. Antes nos sentábamos todas las compañías a hablar y molaba mucho. Hablamos con gente de La Llamada, de Sidra en Vena… Lo único que ahora con la pandemia no hay tanto cruce.
Nacho: Y creo que otro lugar que nos encanta son las escaleras de emergencia. Molan muchísimo. Todos los días hay influencers e instagramers que viene a hacerse fotos.
Bart Santana: “Para nosotros el Teatro Lara es como nuestra segunda casa”
¿Qué creéis que sorprendería más a la gente de lo que ocurre detrás del escenario?
Bart: Somos tan absurdos que creo que igual nuestras bromas y estupideces antes de la función. Además de que parte de nuestro ritual antes de empezar es saludar a Manuel de Falla.
Fran: Manuel de Falla quien estrenó aquí, en el Teatro Lara, el ballet El Amor Brujo en 1915.
Bart: Le saludamos, cogemos energías, cantamos, hacemos el tonto…
Fran: Sí yo creo que si la gente viese calentar a los actores, los ejercicios que hacemos antes de la función, pensarían que estamos un poco volados.
Además de saludar al dramaturgo, ¿qué más pasos tiene vuestra rutina antes de la obra?
Bart: Yo además de cantar y hacer el tonto también hago flexiones antes de empezar…
Fran: Llegamos y siempre nos encontramos allí a Bart haciendo ejercicio y a Jesús poniendo las cosas. Hablamos, nos vamos al camerino, miramos todo el rato el reloj y decimos: “Nacho todavía no ha venido, ¿le mandamos un mensaje?” Llega Nacho, salimos a fumar y Bart hace como si hiciese abdominales en el escenario.
Bart: Hago como no, hago.
Fran: Y luego los últimos minutos entramos y componemos canciones en el camerino.
Nacho: Canciones que son unos temazos.
Fran: Saludamos a Falla y justo antes de empezar nos metemos con Bart diciéndole que es todo responsabilidad suya.
Bart: No me meten presión a penas.
Nacho: Y ya empezamos.
Como actores, y como escritor, ¿qué ha supuesto Cádiz y su éxito entre el público?
Fran: Lo que quería con Cádiz era pasármelo bien. Venir aquí, al Teatro Lara y representar esta obra es un trabajo que casi no lo considero trabajo. El reparto mismo se formó con amigos, en parte por la idea de salir a disfrutar y pasárselo bien. Es un elemento esencial en la obra. Cualquiera que la vea, lo va a entender. Si los tres que estamos arriba no somos amigos y no hay una energía de pasárselo bien, la función no puede funcionar igual. Estoy muy contento con el resultado.
Bart: Cuando Fran me propuso hacer el personaje me dije: “ostras, esto es un caramelo para mí”. Con mi personaje, ¡me lo paso tan bien! Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de un personaje. Miguel es algo infantil tiene miedo a madurar. Está ahí, viviendo el tránsito de los cuarenta intentando aferrarse a su juventud. Y yo, como también he vivido este proceso, me siento muy reflejado.
Fran: El público también siente nuestra energía en el escenario. La gente se lo pasa bien, está teniendo muy buenas críticas.
Fran Nortes: “Si los tres que estamos arriba no somos amigos y no hay una energía de pasárselo bien, la función no puede funcionar igual”
La obra va a cumplir un año, aunque algo “accidentado” por el parón del confinamiento. Vosotros ¿habéis visto algún cambio en la obra, el teatro y el público, más allá de las mascarillas?
Bart: La función empezó hará un año en la sala de abajo, y de repente, confinamiento. Volvimos al teatro el 8 de julio, con muchísimas ganas, ¡a la sala de arriba! Imagínate, después de haber estado meses sin hacer nada y volver a lo grande, el cambio fue brutal.
Fran: Teníamos miedo de como iba a reaccionar la gente con la pandemia. “Ostras, ¿y no les vamos a ver las caras? ¿se reirán, no se reirán?”. Pero tras la primera función esa idea se esfumó. La reacción sigue siendo la misma.
Nacho: O más, creo que ahora hay más agradecimiento del público. La gente tenía muchas ganas de venir al teatro.
Un poco para cerrar la entrevista, ¿alguna anécdota entre bambalinas que se pueda contar?
Fran: Entre bambalinas no es, pero hay momentos maravillosos cuando uno de nosotros se equivoca en una palabra o está mal dicha. Ves que está sufriendo y los otros dos estamos allí como “Jajaja, mira que mal lo está pasando”.
Nacho: ¡No creas que te ayuda alguien, no! “¿Qué has dicho? A ver, ¡vuélvelo a decir!”
Bart: Seguro que nos han pasado muchas más cosas divertidas, pero como suele pasar ahora no nos viene a la mente. Bueno con la comida en la obra tenemos algunas anécdotas muy buenas. Yo alguna que otra vez me he atragantado con las zanahorias al empezar la función. Y una vez a Fran se le cayó todo el bote de pimienta en el cus cus.
Fran: Bien que os lo comisteis…
Nacho: Yo creo que a partir decidí empezar a no comer nada. A veces hace un cus cus que está ricos y otras es un infierno. No te puedes fiar de que Fran haga bien la comida.
Nacho López: “Creo que ahora hay más agradecimiento del público. La gente tenía muchas ganas de venir al teatro”
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Entre risas salimos a las famosas escaleras mientras poco a poco el público va entrando al patio de butacas. Hablamos sobre la cultura, los teatros y la incertidumbre de un segundo cierre de los teatros madrileños como ha pasado en Cataluña. Pero hay que pensar en el presente, en la función de esta noche, a la que le quedan quince minutos. Volvemos a los camerinos por los tenebrosos pasillos de detrás del escenario muy acordes con la época del año. Y no, el fantasma de Manuel de Falla no apareció. Entre todos nos componen una canción y nos despedimos con el mítico “mucha mierda” detrás del telón. Entonces, ya en la sala Cándido Lara donde hemos pasado la tarde el público enmudece, los focos se encienden y se abre el telón. ¡Qué comience el espectáculo!