Es abrir las puertas de la Sala Cándido Lara del famoso teatro madrileño y sumergirnos de lleno en el disparatado universo de la jet set londinense de la época victoriana. Así, entre campiñas inglesas, familias grandilocuentes, vestidos de época y fiestas del té en los kilométricos jardines conocemos a las jóvenes aristócratas Gwendolen y Cecily.
Gwendolen está enamorada de Ernesto desde el mismo momento que lo vio. Y Cecily también está enamorada de Ernesto desde la primera vez que oyó hablar de él. ¿El problema? Ernesto, el honesto, no existe. Pero aquí no acaba el lío de la historia. Jack está enamorado de Gwendolen y Algernon de Cecily. Ellas dos sólo podrían amarlos… si fuesen su maravilloso y honesto Ernesto.
Con esta premisa ya sabemos que la función va a estar llena de giros dramáticos, malentendidos, chismorreos y mucha, mucha diversión. Porque la versión de Ramón Paso exprime al máximo la confusión y locura de sus personajes. Haciendo que el espectador se sumerja del todo en la historia, como si la viese por primera vez. Dando la vuelta a la conocida comedia con los toques canallas del siglo XXI. Pero, por supuesto, sin perder la esencia de Oscar Wilde.
La importancia de llamarse Ernesto, en su versión más alocada, sensual y cañera con toques del siglo XXI para redescubrir la conocida obra con nuevos ojos
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La adaptación cuenta con unos actores maravillosos con una gran conexión en el escenario. Todos ellos: Inés Kerzan (Gwendolen), Ana Azorín (Cecily), Sergio Otegui (Jack), Ángela Peirat (Miss Prism), Jordi Millán (Algernon), Guillermo López-Acosta (Dr. Frederick) y en especial Paloma Paso Jardiel (Lady Augusta) se ganan al público con sus guiños, miradas cómplices y versiones renovadas de los conocidos personajes de 1895.
En definitiva, no importa si ya conoces la historia, has visto sus adaptaciones al cine u otras versiones de teatro. En la obra de Ramón Paso descubrirás de nuevo La Importancia de llamarse Ernesto con originales guiños (algunos hasta tecnológicos) para hacer las delicias del público de nuestra época. Una revisión de la obra del siglo XIX que seguro Oscar Wilde disfrutaría.