Para muchos amantes del cine, el paisaje y los escenarios son una pieza clave del lenguaje visual y narrativo. Va muy ligado al estudio de la fotografía de una película y su poder visual es capaz de salvar las carencias de una mala película. España es un paraje ideal para filmar. Naturaleza, espacios abiertos y la esencia de una cultura eterna. Hoy conoceremos un poco mejor la importancia del relieve español dentro del cine nacional e internacional.
Desde la escritura de un guion hasta el rodaje de una película, un escenario se estudia al milímetro. Al igual que cualquier otro recurso narrativo, como el vestuario o la personalidad de un personaje, un paisaje puede comunicar muchas cosas: soledad, tristeza, misterio o cualquier otra emoción. Existe el paisaje perfecto para cada situación. Pero no solo eso, el universo físico es algo obligatorio, debe existir sí o sí en una película, será mejor o peor, pero es donde ocurre la trama y donde los personajes interactúan. Por ello, un buen estudio del lugar donde se desarrolla la acción ayuda a conformar un filme con sentido, belleza e intención comunicativa.
Una vez que está claro el escenario de una película hay que buscar ese lugar y España es un destino muy proclive para ello. El mismísimo Hollywood tiene debilidad por la magia del paisaje español. Cuna de westerns, los desiertos españoles han servido para que se rodasen cientos de películas del oeste. Por ejemplo, el desierto de Tabernas en Almería ha sido el referente en cuanto al rodaje del spaghetti western, pero también ha acogido filmes como Cleopatra (1963), Conan el Bárbaro (1982), Indiana Jones y la última cruzada (1989) o Exodus: Dioses y Reyes (2014). Y para cerrar el tema de los westerns, cabe destacar una pequeña localización en Burgos, el cementerio de Sad Hill, donde un tal Sergio Leone rodó una de las más míticas escenas del cine para la película El bueno, el feo y el malo (1966).
Otro importante lugar de la cultura del cine es Sevilla y su Plaza de España. Rodajes como el de Juegos de Tronos o Star Wars se han llevado acabo allí. También se han rodado películas como Lawrence de Arabia (1962), El dictador (2012) y Ocho apellidos vascos (2014). Es imposible no mencionar a Albacete y sus alrededores ya que es donde se grabó Amanece que no es poco (1989), del mítico José Luis Cuerda. También hay que destacar una imponente casa de Cantabria donde Nicole Kidman pasó bastantes días rodando Los otros (2001). O por nombrar otro mítico escenario español podemos hablar de Llanes, donde se rodó, por ejemplo, Mi nombre es sombra (1996), Remando al viento (1988) o El orfanato (2007).
Y por supuesto que Madrid no podía faltar en la lista de escenarios idílicos del cine. Tanto cineastas españoles como llegados de todo el mundo eligen la capital española por sus rincones, sus colores y su encanto. Almodóvar es posiblemente el director que más ha explotado Madrid, con películas como Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), Volver (2006), Los abrazos rotos (2009) o Los amantes pasajeros (2013). El propio Stanley Kubrick rodó una parte de Espartaco (1960). Sergio Leone, al que parece que le gusta mucho España, filmó parte del metraje de La muerte tenía un precio (1965). José Luis Garci rodó Sangre de Mayo (2008), Benito Zambrano La voz dormida (2001) y Miguel Bardem Incautos (2004), por citar algún ejemplo más.
Como vemos España ha sido, es y será el escenario perfecto para el cine, aprendamos a valorarlo.