1998. Como cada año se celebra el mayor desfile del planeta. La cabalgata de Acción de Gracias de Nueva York reúne a miles y miles de personas en La Gran Manzana. La multitud se encuentra pletórica, la alegría reina. La familia Templeton disfruta del ambiente sin imaginar lo que estaba por venir minutos después. Como bien adelanta el primer capítulo: «lo peor siempre se fragua sin que lo puedas intuir«. La pequeña Kiera de tres años estalla de ilusión cuando ve a una mujer disfrazada de Mary Poppins. Su padre decide bajarla de sus hombros y en un abrir y cerrar de ojos la pierde de vista. Kiera desaparece. ¿Y ahora donde está?
«La chica de nieve» desentraña la historia de su desaparición. Tras su último rastro, la policía encuentra su ropa y un mechón de pelo, pero no es suficiente para averiguar su paradero. Esto no termina aquí, llega lo mejor de la novela. Y es que Javier Castillo a través de su escritura majestuosa nos cuenta qué pasó. ¿Os preguntáis qué pasó? Evidentemente lo interesante es dar pocos datos para no destripar el desenlace de este thriller. Pero como adelanto de lo que vive esta familia, solo diré una cosa. Llega 2003 y la vida de los Templeton cambia radicalmente cuando reciben un vídeo. En él, aparece Kiera jugando, escribiendo y mirando por la ventana en la soledad de una habitación desconocida.
Lo que para ellos podría haber sido una película de terror, se convierte en esperanza: su hija está viva. Aaron y Grace siguen destrozados por una pérdida que todavía los une, pero con una culpa que los separa. Sin duda, Javier Castillo transmite a la perfección ese dolor y nos provoca un barullo de sentimientos. Es inevitable pensar en los padres que han sufrido en carne propia una inhumanidad así.
Paralelamente, encontramos a Miren Triggs. Se trata de una estudiante de periodismo que está obsesionada con resolver el misterio de este caso. Por cuenta propia, se adentra en una investigación. Sin imaginar que las incógnitas de la desaparición de Kiera, la llevarían a desenmarañar su propio pasado. Evidentemente, este thriller cambia las reglas del género. El escritor malagueño sabe plasmar el miedo que todavía siente cualquier chica en el siglo XXI. Dando una pincelada sobre esto último, tengo que decir que es uno de los puntos fuertes del libro, sobre todo en una semana como esta.
Después de mucho tiempo recibiendo recomendaciones sobre este autor me he decidido a leer La chica de nieve y me ha sorprendido positivamente. A través de capítulos cortos, el presente aumenta nuestra intriga y el pasado nos aporta pequeñas dosis para saciar nuestra curiosidad. Es cierto que la trama en sí me parece simple para ser un thriller, pero Javier Castillo tiene el poder de convertir lo sencillo en una novela dinámica y trepidante. Y es que a veces es mejor que el esplendor a la hora de plasmar las palabras quede en un segundo plano, para dar paso a una narración sencilla que atrape mucho más. Y esta novela es un ejemplo de ello. No podía parar de leer porque necesitaba conocer el desenlace.
Es uno de esos libros que empiezas y estás tan metido en la historia, que cuando te das cuenta, ya has devorado hasta su última página. Sin lugar a dudas, Javier Castillo es un maestro en lo de controlar nuestras emociones. Por tanto, seas o no fan del thriller, La chica de nieve es muy recomendable. Sería un lujo poder disfrutar de ella en la gran pantalla.