Charlamos con Javier Muñoz, actor y autor de la obra ‘Mi mundo es otro’. El dramaturgo nos cuenta su experiencia en el proceso creativo y en la preparación de esta divertida comedia sobre la fina línea que separa el bien del mal. ¡Sigue leyendo para descubrir qué nos ha contado!
¿Cuál ha sido la principal motivación para crear una obra con este mensaje?
Honestamente las motivaciones han sido varias, pero si me tengo que centrar en un par, podría decir que todo parte de mi admiración absoluta al para mi mayor dramaturgo de la historia; William Shakespeare. Todos sus personajes y sobre todo aquellos que tenían como una doble vida llamaban mucho mi atención, durante mi carrera como actor he podido trabajar algunos de ellos y de repente me topé con Launcelot un personaje de su obra “El Mercader de Venecia” y me llamó mucho la atención, hasta el punto de querer saber mas sobre todo lo que tiene que ver con la conciencia humana. De eso trata la obra, de la conciencia y las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida.
Otra importante motivación y que tengo como filosofía de vida en este sector tan complicado fue: “mientras me llegan trabajos y oportunidades, voy a creármelas yo mismo”. Mi necesidad por interpretar, por trabajar de mi pasión y por estar encima de un escenario me empujaron al abismo sin pensar en nada mas.
¿A lo largo de su vida le ha supuesto un inconveniente la línea social y moral que separa “lo bueno” de “lo malo”?
Absolutamente sí. Creo que todos y todas en algún momento de nuestra vida hemos tomado decisiones que no han sido realmente las que queríamos tomar, sino empujados por terceros. Yo he tenido momentos en mi vida de duda, de no saber qué camino tomar, influenciado y aconsejado por voces que nunca podrán ser tuyas propias. Por eso creo que es necesario parar a escucharse a uno mismo sin nada externo que distorsione esa verdadera realidad, y luego ya decidir, siempre que no suponga pasar por encima de nadie, ni a costa de otras personas. Cuando uno tiene claro aquello de: “Nunca hagas a los demás lo que no te gustaría que te hiciesen a ti”, entonces las decisiones que tomes no estarán equivocadas.
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¿Cree que vivimos condicionados por esta noción?
Claro que sí, por desgracia diariamente. Desde que leemos una noticia, hasta cuando vamos a trabajar, cuando pedimos opinión, cuando encendemos la televisión. Somos receptores continuos de estímulos que lo único que pretenden es borrar nuestra opinión e idea más sincera que nace de nosotros para imponer lo que quieren que creamos. Solo hay que observar un momento para darnos cuenta de esto, el problema es que no nos dejan parar para que sigamos sin verlo. ¿Por qué algo es mejor que lo otro?
Cuando salga de ver la obra, ¿el espectador va, al menos, a reflexionar un poco sobre esta cuestión?
Esa es mi idea, no quiero que el espectador tenga que pensar algo en concreto, solo quiero que su cabeza este agitada. Y qué mejor manera que agitarla con humor. Considero que todo aquello que puede ser crucial para el desarrollo personal y que puede “ser” mas denso de digerir, necesita llegar a nuestra cabeza con humor y con risas, así no parece tan importante, pero sin embargo nos llega mas adentro sin ser conscientes y además disfrutar. ¿Qué mas se puede pedir? (risas)
¿Qué es lo mejor de trabajar con las chicas del elenco?
Eso mismo, lo mejor es trabajar. Nos ha unido muchísimo las ganas, la pasión y el respeto a nuestra profesión. Creo que se respira talento, frescura, honestidad, pureza, y sobre todo ganas, que para mí es el motor que mueve todo. A parte, creo que la clave para trabajar en equipo es rodearte de buenas personas y en este caso no podría estar rodeado de las y los mejores. Sin ellas sería imposible.
En la situación pandémica en la que estamos, ¿qué cree que aporta su obra al espectador que se acerque a verla?
Principalmente respirar, poder aislarse de lo que está ocurriendo fuera del teatro y respirar otro aire menos denso. Bastantes malos momentos y situaciones desagradables hemos y estamos viviendo. Lo que necesitamos es apartarlas un poco y poder dejar volar nuestra mente a un mundo menos real como es el que proponemos en nuestra obra: un mundo de conciencias.
Y a los que aún no lo han hecho, ¿qué le diría para que se decidiese a ir?
Que siempre hay que estar dispuesto a parar, a recomponerse, y qué mejor manera que riendo en el teatro. No desaprovechemos oportunidades, porque para todo tenemos nuestro hueco. Nos vemos en el teatro, solo con una idea: dejar volar la imaginación.