En realidad, Candela Peña no se llama Candela. Se llama Pilar. Ella era la chica de pueblo que iba a Barcelona a estudiar interpretación y su nombre, al parecer, expresaba exactamente eso. Pilar Peña no tenía el gancho que creían que ella iba a necesitar. Trabajando con La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, leyó un verso en el que salía la palabra «candela», y decidieron que Candela Peña quedaba bien. Fue una decisión de su grupo de interpretación. Claro que el éxito conseguido por sus papeles ha demostrado que podría haberse llamado de cualquier manera.
De origen humilde, fue escalando paso a paso hasta hacerse, a día de hoy, con tres Goyas y muchos más premios de reconocimiento. Mejor actriz protagonista, por Princesas (2005) y doblete en 2003 y 2012 como Mejor actriz de reparto por Te doy mis ojos y Una pistola en cada mano, respectivamente. Además, ha trabajado con Isabel Coixet, Almodóvar e Icíar Bollaín y lleva activa más de 25 años. En reiteradas ocasiones ha dicho que ser actriz es lo que más feliz de hace del mundo. Recientemente la hemos podido ver en La boda de Rosa (2020), ganadora de dos Goya, y en Hierro, una serie de Movistar + de gran éxito.
Pero, como ella dice, los premios no no le valen para nada. “Te dan ganas de venderlos (los Goyas) en el Ebay cuando no tienen trabajo” decía en su primera entrevista en La Resistencia (2×144). Si es correcta en sus papeles, ha demostrado en numerosas ocasiones no tener pelos en la lengua en la vida real. Aprovecha su posición para denunciar situaciones que considera injustas, incitar al pensamiento crítico, a la denuncia, y abandera la causa feminista cada vez que puede. A pesar de sus 200.000 seguidores en redes sociales y todas las veces que se ha subido a un escenario ante una audiencia, estamos seguros que Candela Peña sería igual de cañera aunque siguiera en el bar de sus padres, en Gavá.
Ese es uno de los adjetivos que más le imponen, y no es para menos. Da su opinión en todo momento, la mayoría de las veces con humor, y alguna vez con desatino. Sus discursos incomodan muchas veces, y aunque no siempre son planeados, no dejan indiferente a nadie.
Candela Peña es una mujer que derrocha poderío. La maternidad es uno de los terrenos donde más lo ha demostrado. Ha contado cómo acudió sola a dar a luz, cómo condujo por sí misma hasta el hospital y cómo todo esto ocurrió tan solo una semana después del fallecimiento de su padre.
Entre sus momentos más reivindicativos, y más famosos, destaca el discurso que dio al recoger su Goya en 2013. Habló de su situación personal y económica, denunciando la situación de crisis y solicitando trabajo con una estatuilla en mano. Especificó que llevaba tres años sin trabajar y que tenía un niño al que alimentar. Puedes ver aquí el discurso:
Esos minutos dieron mucho que hablar. Algunas personas la criticaron, pero muchas la aplaudieron. Ella, al respecto, solo dice que era una mujer dando su opinión. Ese mismo año, recibió en el Festival de Málaga el Biznaga de Plata a Mejor Actriz por Ayer no termina nunca, de Isabel Coixet. Ante el revuelo que había causado en la gala de los Goya, decidió taparse la boca, literalmente, con cinta adhesiva para permanecer callada. No se sabe si lo hizo por no querer decir nada más, o por no estar por la labor de dar un discurso impuesto.
Este mes de enero, volvía a subir una instantánea del momento con el mensaje “Que no nos callen, chicas”. Quizá, años más tarde, se siente con la confianza de poder dar a entender qué más hubo detrás de ese acto reivindicativo.
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En los Feroz 2020, recogió un premio por su trabajo en Hierro. Aprovechó la oportunidad para alabar el trabajo de otros compañeros, sobre todo el de Penélope Cruz. “Son muy importantes las mujeres como tú”, decía haciendo referencia a los actores españoles internacionales que representan al resto. Ese mismo día aprovechaba para mandar un mensaje de sororidad y feminismo: “La prensa de la moda no me da portadas pero la prensa de la cultura me trata bien. (…) A veces la vida ha intentado derrumbarme, pero ha habido amigas que han hecho más por levantarme que yo”. A Pilar Castro le dijo “somos mujeres que no podemos permitir que un coach de 700 euros nos prepare las películas porque ese dinero lo necesitamos para hacer caldo para los niños”. Y término diciendo “ahora sí es nuestro puto momento”
Un año antes, en los Ondas 2019 pensaba en las generaciones más jóvenes, y en la imagen que reciben del mundo al que aspiran a formar parte. En este caso, luchaba contra los cánones de belleza en pos del talento y decía que «todas las niñas que tengan la nariz grande y estén fuera del canon, que no puedan acceder, que no se preocupen, porque da igual no ser ni la primera ni la segunda opción. Lo que importa es, que cuando te den tu oportunidad, lo hagas estupendamente”. Por último, entre risas del público añadía: “me lo quiero dedicar a mí”. El comentario hizo gracia porque nadie se dedica un premio a sí misma, parece hipócrita o creído. Peña hizo un alegato a favor del autocuidado y auto reconocimiento, de la reivindicación del trabajo propio, del cuidado emocional y de la superación.
Ni siquiera cuando acude a una promoción se priva de ser sincera. “Fue un brasas” dijo refiriéndose a Pablo Motos en La Resistencia, programa que tiene gran rivalidad, real y ficticia, con El Hormiguero. El presentador de Antena 3, según la actriz, le insistió en que era “marimandona”, adjetivo al que recurren siempre para calificar a las mujeres que no se dejan ningunear dictan qué quieren y qué no quieren hacer.
En definitiva, Candela Peña es una mujer decidida, valiente y honesta. De armas tomar, o más bien, de sinceridad tomada.