Empieza Mañana y Mañana y Mañana. Se ilumina el escenario y tras escuchar parte del diálogo, distinguimos al memorable personaje shakesperiano, Macbeth, un noble y valeroso militar que esta vez, parece haber terminado en un hospital psiquiátrico. Sentado y ataviado con una camisa de fuerza se encuentra en medio del escenario, junto a su esposa Lady Macbeth. Durante unos desconcertantes minutos, presenciamos una adaptación inusual de la famosa novela de William Shakespeare. Un preámbulo que dejaría descolocado hasta al mismísimo dramaturgo. Y de sopetón escuchamos: ¡Corten! E inmediatamente Antonio, el director de la obra, irrumpe exasperado porque aquello está muy lejos de convertirse en su ideal de representación.
Marcos el de «ser así de guapo no me hace peor actor», la diva de Marina y Fernando con su método propio, son los actores que dan vida a la obra de Antonio. La trama de Mañana y mañana y mañana pone en evidencia lo que esconde cada uno de ellos: desavenencias, verdaderas intenciones y locura. Porque sí. La locura de los actores y el director supera con creces a la de los personajes. Desde Antonio con su preocupación por recibir una subvención del Ministerio de Cultura hasta la agilidad de Marina para enredar a la gente. Lo que al principio dista de parecerse a la tragedia de Shakespeare, termina por demostrarnos lo contrario.
Marian Zapico (The kingdom Come, Tekken) , Walter de la Reta (Aquí no hay quien viva, La sopa boba), Fran Leal (Tú estás loco Rebolledo, Madrecita del alma querida) y Guillermo Barrientos (Amar es para siempre, El ministerio del tiempo) forman un excelente elenco y se complementan a las mil maravillas en la pintoresca y singular representación dirigida por Miguel Ángel Cárcano, que estará hasta el 6 de mayo en la pequeña Sala Lola Mendrives del Teatro Lara.
De una forma amena y divertida desciframos que la novela del dramaturgo inglés y Mañana y mañana y mañana tienen un denominador común: la ambición. Esta comedia aprovecha la naturalidad de los actores para mostrar la verdadera tragicomedia que supone montar una función teatral. Quizás es ese uno de sus puntos fuertes, su naturalidad. Nos sentimos tan identificados con ellos que es imposible aguantar las carcajadas durante toda la representación. Si quieres ver una obra sorprendente y a la vez morirte de la risa, no dudes en ir a disfrutar del espectáculo. ¡Pasarás un buen rato!