Todos hemos escuchado alguna vez lo de “quien tiene un amigo, tiene un tesoro”, pero creo que no hemos sabido apreciar la importancia de esta frase hasta que nos ha tocado vivir esta época, distanciados. La amistad muchas veces se daba por sentada, no se cuidaba ni se apreciaba. Y esto no deber continuar así.
Seamos sinceros con nosotros mismos, a veces la amistad la dejamos en un segundo plano. ¿Por qué? Primero, porque parece que sólo nos importa el amor romántico y nos ponemos de meta sólo ese tipo de conexión con el resto de personas. ¡Con lo bonito que es el amor de una verdadera amistad! Y segundo, porque a veces tratamos a la gente que nos rodea como personajes secundarios, llegando incluso a hacer un verdadero casting de amigos como si nuestra vida fuese el próximo blockbuster: “quiero una persona guapa, con piscina para el verano y con el que hacerme fotos bonitas”. No, la amistad es otra cosa bien distinta.
La verdadera amistad no es aquella que se guía por el postureo o por los planes concretos, la verdadera amistad es la que está a tu lado en las buenas y en las malas. En los momentos aburridos, pero también en los más locos, tristes, intensos, divertidos y difíciles. En definitiva, en todos los momentos de tu vida. Personas con las que sentirte y ser 100% tú.
Aquí es donde reside el verdadero “poder de la amistad”: el sentirte querido y apoyado tal y como eres. Ese sentimiento de aceptación incondicional, de no tener que fingir, de no tener que esconderte tras una máscara. De saber que, aunque no compartáis todos los hobbies y gustos, esas personas se interesan por ellos, te escuchan cuando hablas con pasión. Sin juzgarte ni a ti ni a tu alegría.
¡Y lo bonito que es ver crecer a alguien a tu lado! El alegrarte de sus logros como si fueran tuyos porque le has visto dejarse la piel en el proceso. El ver como supera poco a poco todas sus barreras y miedos, como tu siempre creías que conseguiría. El saber que él/ella estará cuando lo necesites igual que tu estarás siempre a su lado.
Siempre a su lado aun estando en ciudades separadas o a través de una pantalla. Si hay algo que sé de experiencia propia es que hay amistades que da igual el tiempo que paséis alejados, la magia y la conexión siempre está allí. Porque se basa en la conexión de espíritus.
Confianza, afecto, lealtad, simpatía y respeto, las bases de las buenas amistades, de las de verdad. De esas que sabes que te acompañarán toda tu vida, aunque ahora no podamos vernos. Seguramente al leer este artículo te hayas acordado de alguna que otra persona o algún que otro momento pre-covid (yo la verdad es que sí). La pandemia, el confinamiento y los grupos reducidos nos han robado muchos momentos, pero también nos han enseñado a apreciar esas fiestas, esos viajes y esos ratitos todos juntos a los que antes tampoco les dábamos mucha importancia.
Así que ahora te invito a llamarles o a escribirles un mensaje y sobre todo a tener paciencia a la llegada de la tan ansiada “Era Post-Covid”. ¡Por supuesto que volverán esos momentos juntos! Cómo si el tiempo no hubiese pasado, cómo si nunca nos hubiésemos distanciado.