Se encienden las luces de la sala Lola Membrives del Teatro Lara y todo el público en pie recibe a Víctor Palmero tras hora y media de todo un viaje emocional. Johnny Chico, un monólogo sobre un joven marginal que trata de encontrar su lugar, se ha convertido en tan sólo seis funciones en la obra revelación de la primavera madrileña. Y hoy vamos a descubrir todos los detalles detrás del éxito.
Víctor, ¿qué se siente al hacer sold out y poner a todo el público en todas las últimas funciones?
La verdad es que la andadura de la obra ha sido “corta” hasta ahora. Nosotros estrenamos en mi pueblo, en Castellón en 2019 y luego conseguimos ir a Zaragoza pero enseguida llegó la covid. Entonces no pudimos hacer mucho más. Y ahora… si has visto la obra sabrás que Johnny llega a Madrid entonces para mi era muy importante que la obra también llegase también a la capital.
Ha sido un proceso muy largo, ya de dos años y con una gran implicación personal. De buscar el texto, traducirlo, que personas tan importantes para mí como Eduard Costa participasen… Hemos conseguido hacer una obra muy especial. Ver además que de seis días que hemos hecho hayamos agotado entradas, hayamos tenido en todas el público en pie… ¡la verdad es que no puedo más que sonreír! No había vivido nada tan especial a nivel laboral.
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¿Qué es lo que más te fascina de la historia de Johnny?
A mi lo que me enamoró al comenzar con el texto fue el inicio. Me parecía tan duro y a la par tan bonito… se nota mucho que Stephen House es poeta porque puede escribir un drama de gran belleza, algo que resulta fascinante. Eso al inicio, porque después… es como cuando una persona te llama la atención desde fuera y empiezas a conocerla y todo su mundo interior te parece más interesante… Me pasó un poco con la historia de Johnny Chico. Conforme lo leía y lo traducía, me iba enganchando más.
Para mí Johnny es todo un interrogante, nunca se plantea como un personaje transgénero. Es la duda que todos podemos tener con nosotros mismos. Tampoco es un personaje que ames desde el principio, tiene un punto desagradable. Pero sí que terminas empatizando con él. Él sólo busca ser amado y comprenderse a sí mismo.
Víctor Palmero: “Para mí Johnny es todo un interrogante, es la duda que todos podemos tener con nosotros mismos”
¿A quién le recomiendas la obra?
La obra tiene un componente LGTBQ+ importante. Pero también es cierto que condensa en sí la búsqueda de ser aceptado y amado y al final eso, de una forma u otra nos toca a todos. Creo que es hasta más interesante que la vea un público que no tiene nada que ver con el colectivo, porque de alguna manera puede hacer ver y comprender otras formas de vivir y de amar.
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Pude asistir a una de las últimas funciones y de verdad que oí tanto sollozos como verdaderas carcajadas entre el público. Johnny chico es un completo viaje emocional.
Siempre me han gustado las historias que de alguna manera cuentan un recorrido vital. Las historias como Big Fish o Amelie, de gente distinta con un punto de magia y de comedia. Sería muy duro que todo fuese un drama completo. Me gusta mucho esa esencia de Johnny Chico en la que se puede mezclar lo trágico con lo cómico… como la aparición de Perla, un soplo de aire fresco brutal que deja al público maravillado. Johnny es una función que no es de color negro, es de muchísimos colores.
“El personaje está constantemente dentro del agua. Sólo intenta sacar la mano a la gente que se va encontrando en su vida para que alguno se la coja y le saque de esa piscina en la que cada vez se hunde más”
Hora y media en la que estás tu sólo en el escenario. ¿Cómo se prepara un actor para un monólogo de este calibre?
Me apetecía mucho mostrar en parte esa… versatilidad, que la gente viera un matiz distinto. Me parecía un gran reto el hacer este cambio en forma de trabajar en el escenario. A base de ensayos conseguimos darle a cada personaje del monólogo una personalidad, un matiz, una voz distinta.
Antes de empezar Johnny necesito hacer meditación. Me ayuda a concentrarme y sobre todo que al actuar no esté pensando y comparando las reacciones de una función a otra. El público es distinto en cada pase, hay veces que se ríe más, otras veces menos…
Te hemos visto en televisión, pero también llevas muchos años en las tablas, ¿te decantas más por uno que por otro o los vives igual?
Entre el cine y el teatro hay un mundo. La tele al final se convierte en un McDonald’s, comida rápida que hay que hacer y repetir y repetir pero que funciona muy bien, la gente lo disfruta. Sin embargo, en teatro es como si vas a una hamburguesería gourmet, donde han cuidado mucho cada detalle.
A nivel más personal y en el caso de Johnny Chico, hay un componente emocional que es muy interesante vivir como actor porque te va llevando a muchos sitios, sitios donde la televisión igual no te deja llevar. Las dos tienen su encanto a su manera, pero se trabajan de forma muy distinta.
Víctor Palmero: “Que de seis días que hemos hecho hallamos agotado entradas, hallamos tenido en todas el público en pie, la verdad es que no había vivido nada tan especial a nivel laboral”
En palabras del propio Víctor Palmero, ¿qué futuro le espera a Johnny Chico?
¡La gente tendrá que venir para verlo! Sí que me gustaría… que la gente viera la obra, aprendiera algo y saliera del teatro diferente de como ha entrado. Que el mensaje llegue a mucha gente. Porque aún siendo un texto escrito en los noventa, en las antípodas del mundo, la historia es, lamentablemente muy actual.
El propio autor cuando le pedí el texto me dijo: “¿seguro que no quieres hacer otra cosa? ¡esto es de los 90!” No obstante, aún no ha pasado de moda. En un futuro espero que la obra se quede como un bonito proyecto laboral, pero también como una parte de la sociedad que merece la pena que empiece a desaparecer.