Desde hace siglos a ciertos atributos físicos se le otorgan valores psicológicos y hasta morales. Los hemos visto en obras de arte, leído en los cuentos infantiles y replicar hasta en las películas. Eso puede parecer indiferente si nuestro aspecto forma parte del modelo de belleza predominante, pero puede marcar si no encaja en el canon estándar.
Las rubias son angelicales
A las rubias se le atribuyen cualidades positivas como la bondad y la dulzura. Es el canon de belleza por antonomasia, pese a que solo el 2% de la población adulta es rubia natural. «Los rubios causan fascinación desde la Antigüedad y ya las mujeres romanas se teñían el pelo para conseguirlo. Durante siglos hemos alimentado el concepto de que las rubias son buenas, de fiar, nobles y, además, guapas. Es verdad que también se las ha tildado de estúpidas, por una falsa asociación de la bondad como falta de inteligencia o astucia. Solo tenemos que fijarnos en los cuentos infantiles o incluso en el cine o las series para comprobar que estos clichés aún siguen funcionando, aunque cada vez menos. En definitiva, se creó un modelo de belleza, y por tanto social, en el que la mujer ideal era rubia y dócil.», indica M.ª José Llata de Peluquería Llata Carrera desde Santa Cruz de Bezana (Cantabria).
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Las morenas son perversas
Las morenas se contraponen al ideal angelical de las rubias, por eso quizá se las ha tildado de malas, astutas e incluso brujas. Una cabellera oscura siempre es enigmática e intensa, también más frecuente, lo que la aleja del exotismo y del patrón de belleza ideal. «Los cánones de belleza son siempre excluyentes, por eso son injustos. Es cierto que una melena rubia llama la atención, sobre todo en países mediterráneos como el nuestro en el que no abundan. Pero de eso de conferir características psicológicas y morales según el color del pelo ya es demasiado. Las morenas son las malas en las películas, las que esconden algo y no son honestas. Las más inteligentes, aunque no son de fiar y vienen cargada de malas intenciones.», añade Felicitas Ordás de Felicitas Hair desde Mataró (Barcelona).
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Los rizos son demasiado rebeldes
Una melena rizada nos sugiere libertad y un ápice de indomabilidad. Su belleza es atrayente y resuelta, pero para la moda y en los cánones estéticos no siempre ha contado con demasiados apoyos. «Es una textura que ama quién no la tiene, sobre todo en la adolescencia. El rizo necesita saber tratarse y hasta hace poco la mayoría de las tendencias lo dejaban de lado. Los looks ideales casi siempre han sido con el pelo liso, lo que facilitaba el rechazo. Una melena rizada tiene mucho poder y energía, y más aún cuando a eso se le une una cabellera espesa. El rizo es fuerza, rebeldía y atrevimiento, cualidades que hasta hace poco parecía que no eran válidas. Por eso una mujer que abraza su rizo es una mujer empoderada que ejerce su libertad.», asegura Rafael Bueno de Rafael Bueno Peluqueros desde Málaga.
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El pelo liso es controlable
Las melenas lisas se han considerado desde siempre ideales. Cualquier corte luce perfecto y es una textura predecible, sabemos cómo responde y eso la hace fácil y preferible. «Detrás de un pelo liso se da un trasfondo cultural inevitable. Primero, el pelo liso ya nos sitúa dentro de unas zonas geográficas del planeta. Lo mismo sucede con el rizado, sobre todo, el afro. El pelo nos determina, habla por nosotros sin necesidad de decir nada. El pelo liso cuenta con una textura manejable, que se peina fácilmente. Los cortes son más visibles y eso ha hecho que se haya escogido para multitud de tendencias durante décadas. Tener el pelo liso es una suerte, ya que se mantiene con menos complicaciones. También nos ayuda a estar dentro de los estándares de belleza.», asegura Raquel Saiz de Salón Blue by Raquel Saiz desde Torrelavega (Cantabria).
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