Histórico. Sensación de que el sábado 3 de julio de 2021 no se olvidará en la vida de nadie de los que estuvieron allí. Con esta sensación salían, la mayoría de asistentes, los últimos más allá de las 7 de la mañana, del festival Canet Rock tras más de 12 horas de poder cantar, bailar, saltar o abrazarse.
Pero empecemos por el principio. Este sábado se ha celebrado en la localidad Barcelona de Canet de Mar, la undécima edición (séptima de la era moderna) del Canet Rock, un mítico festival de música que reúne a lo mejor de la música catalana, tanto artistas consagrados como promesas emergentes.
Y este año no era un año cualquiera. Tras el obligado aplazamiento del 2020 por el covid, este 2021 se ha conseguido vencer al virus con todas las medidas que se han tomado para garantizar la seguridad de todos los allí presentes.
Las 21.000 personas que accedieron al Pla d’en Sala (público, trabajadores y artistas) tuvieron que seguir un estricto protocolo organizado por el festival siguiendo las directrices de la Conselleria de Salud y del PROCICAT. Prueba de antígenos negativa obligatoria el mismo día y mascarilla obligatoria fueron las dos claves, para conseguir que el evento pudiese hacerse sin distancia de seguridad.
Pasadas las 16 de la tarde se abrían las puertas. Nervios, emoción, curiosidad, ganas de pasarlo bien, pero sobretodo ilusión, ilusión por poder ser libre, en un entorno libre, esa sensación de saber que ha sido duro este último año y medio pero que todo pasa y que este es un primer gran paso a la tan ansiada “antigua normalidad”.
Y sí hubo música, gran parte de la música catalana reunida, incluyendo a la Comunidad Valencia y las Islas Baleares. Stay Homas, Buhos, Suu, Oques Grasses Doctor Prats, Miki Nuñez, Ciudad Jara, Itaca Band, Roba Estesa, Lildami, JazzWoman y La Fúmiga formaron el cartel.
Seguramente Stay Homas fue de los grupos más ovacionados con sus “In the End”, “The Bright Side”, “Estamos Mal” o “Volver a empezar”, junto a los siempre reivindicativos Buhos con “Volcans”, “Barcelona S’ilumina” o “Se Acelera”.
Pero más que hablar de hits, grupos, música, lo que toda persona destacaba era el ambiente. Por ejemplo, una asistente (ya afónica) que nos encontramos al amanecer en una cola para comprar comida nos decía que había echado tanto de menos esta sensación de música en libertad que ya era incapaz de quejarse por si alguien fumaba a su lado o por si una persona mucho más alta que ella se le ponía delante y no le dejaba ver nada del escenario.
En definitiva, como dice el cartel del festival, “Veremos salir el sol” y así fue, la gente salía en plena mañana de domingo con la sensación de estar en el (para muchos) mejor amanecer de su vida.