Hay nombres (y hombres) que pasan a la historia porque, en gran medida, son ellos quienes la cuentan, la crean y forman parte de ella. Es lo que ocurre con los grandes y, Mario Camus lo era.
Contó y creó las mejores historias de un cine español que no siempre es valorado dentro de nuestro país pero que siempre sabe reconocer a los grandes como él.
Ahora, con su fallecimiento a los 86 años de edad y en su casa de Santander, el director que llevó al cine grandes obras de nuestra literatura como Los Santos inocentes o La Colmena, deja un poquito huérfano nuestro séptimo arte.
Porque, no sólo dirigió películas, también hizo lo propio con series de televisión como Fortunata y Jacinta, La forja de un rebelde o Curro Jiménez. Y lo hizo mostrando los sentimientos más profundos de sus personajes a través de una sobriedad admirable que le valió el Goya de Honor en el año 2011.
Y no sólo fue reconocido en nuestro país. Su talento traspasó fronteras y llegó tan lejos que le otorgaron el Oso de Oro en el festival de cine de Berlín de 1983 y el premio de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York (ACE), ambos por La Colmena.
Pero además, gracias a su trabajo, también hizo que otros como Paco Rabal y Alfredo Landa, ganaran el premio de interpretación del festival de cine de Cannes de 1984.
Mario Camus, que en realidad había estudiado Derecho antes que cine, supo desde siempre que lo suyo era estar detrás de los focos. Y, tal y como afirmó, trabajó mucho para ello: «He trabajado mucho, y mi concentración y dedicación han sido al cien por cien. Seguramente en todas mis películas hay pequeñas manías, un toque personal. Y esa persistencia se llama personalidad”.
Una personalidad que empleó, no sólo en adaptar nuestras obras literarias, sino también en dirigir otras más personales y complicadas como el terrorismo de ETA. Así, en la genial Sombras en una batalla de 1993 que le valió el Goya al mejor guion y que cuenta con Carmen Maura como protagonista, quiso contar la historia entre una ex militante de la banda y un antiguo miembro de los GAL.
Él confió siempre en su talento y en el del cine español y quizá por eso, llegó a ser uno de los grandes. “Tenemos a veces muchos complejos pero creo que el cine español puede hacer un excelente papel en el panorama del cine europeo. Quizá los actores españoles no puedan competir en algunos terrenos, pero cuando tienen entre manos la oportunidad de interpretar a personajes que conocen y que les importan provocan el asombro que se ha manifestado en Berlín”.
No podemos estar más de acuerdo con sus palabras.