Jorge González es un todoterreno. El año pasado se coronó como ganador de Tu Cara Me Suena, el concurso que considera como «el regalo de su vida». Ahí consiguió abrirse por completo, tanto como para derribar su timidez y poder embarcarse en The Full Monty, un musical en el que interpreta a un stripper. Con este papel, secundario, pero con una gran historia, el artista está dispuesto a recorrerse el país y «enseñarle el culo a toda España», bromea.
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¿Cómo te encuentras con la llegada de Full Monty?
No sé, pues muy nervioso y muy tímido, porque es un personaje un poco así… Abro el show desnudándome y no es nada fácil.
¿Es un reto para ti?
Soy muy tímido. De hecho, mis seguidores y la gente que me conoce bastante están sorprendidos, porque es como: «¿De verdad vas a estar tú en tanga?» y yo como: «Te lo juro». Me cuesta muchísimo, soy muy pudoroso. Yo no me cambio delante de la gente, me escondo. Los compañeros me dicen: «Pero Jorge, si vas a estar en tanganazos delante de todo el mundo», pero no sé, me da cosa.
«He visto cómo estás en un cajón porque la apuesta es otra persona y tú te tienes que conformar»
¿Por qué elegiste entonces justo este personaje?
Es un trabajo personal. Hay que quitarse esas tonterías también y quería abrirme, desnudarme por dentro también. En Tu cara me suena avancé bastante haciendo cosas «raras», como disfrazarme de mujer. Y luego porque la Gran Vía, Full Monty, el Broadway español… Era un caramelito.
Un escenario tan grande, una gira por toda España… Era irrechazable
Esto es un regalo, entonces había que aprovecharlo y disfrutarlo. Además, es el género que más me gusta, al que me quiero dedicar. Muchas veces me preguntan si me gustaría ser más cantante de conciertos o hacer teatro musical. Me encantaría seguir haciendo teatro musical y de aquí saltarme a El Rey León, que lo tengo enfrente y luego saltarme al otro. Me gustaría quedarme aquí.
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¿Entonces vas a dejar la música un poco de lado?
Yo nunca la dejo de lado, pero sí es verdad que mi proyecto, ahora mismo, está siendo el teatro musical, en el cual me estoy formando y es el que me gusta. Al final, el otro es mucho más complicado. O tienes padrinos o una discográfica con muchísimos millones detrás o es muy complicado.
La industria musical puede ser un poco discriminatoria. Se centran mucho solo en algunos…
Yo lo he vivido. Yo he estado en una compañía importante y he visto cómo estás en un cajón porque la apuesta está siendo otra persona, en la cual llevan 3 millones de euros invertidos y tú te tienes que conformar con a ver qué es lo que te graban y a ver qué es lo que te llega. Mucha gente me dice: «No suenas en tal radio, ¿por qué no te ponen?» y yo les digo que si supieran que no es tan fácil… Para llegar a todo eso, hay muchos acuerdos y mucho dinero detrás. Entonces, como es tan complicado, prefiero seguir audicionando, que es mostrar mi talento y mis cualidades y seguir trabajando en esto.
«Si no hubiese estado en ‘Tu cara me suena’, hoy no podría estar aquí, desnudándome cada día»
¿Cómo fue tu recorrido por Tu cara me suena?
Tu cara me suena ha sido una escuela intensiva porque el hecho de cantar en otro idioma, disfrazarme de mujer, cantar diferentes estilos, desde pop, rock, flamenco… Es que creo que lo he tocado todo. Ya liberé mi cabeza muchísimo y la abrí en canal, pero el hecho de desnudarme cada día aquí, si no hubiera pasado por Tu cara me suena, hoy no podría estar haciendo esto. Ha sido el regalo de mi vida. Todo es positivo, no hay nada negativo, nada.
¿Algún otro concurso en el que te gustaría verte?
Masterchef, por ejemplo. No cocino muy bien, pero me gustaría estar, o programas de música, que siempre me gustan.
En Masterchef cada vez hay más rivalidad, ¿eres competitivo?
Soy competitivo y tengo mi mal humor también. Yo creo que lo haría bien.
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¿En Tu cara me suena notabas que había competitividad?
Fíjate que yo desde casa, cuando veía este programa, pensaba que seguro que no les importa, que es un juego. Cuando llegas ahí, realmente sí hay competitividad. No es como «mira este…», pero sí que lo hay, un poquito. Todos quieren ganar. Cada gala, si había un 7 y no un 10, era como «pues no lo entiendo». Sí había esa cosilla de quién gana, quién no gana, contar la tabla, ver quién sube y quién baja.
Al final, lo bueno que tienen estos concursos es que los premios son para una buena causa
No es una competición a vida o muerte, como si estuvieras en Operación Triunfo, sobre todo porque el motivo final es ayudar a otra gente. Entonces, cuando gana otro que no eres tú, te alegras también.