Las novias siempre han cuidado su imagen, pero ahora la ensalzan todavía más incorporando tocados que coronan un look extraordinario. La inspiración de los años 20 del siglo pasado, pero también de los años 50 nos hablan de una mujer que apuesta por la artesanía y la creatividad para desmarcarse de lo homogéneo y mostrar su personalidad.
Abrazando la fantasía
Lo sofisticado puede ser también delicado y poético, de hecho es cuando consigue emocionar. Justo lo que toda novia siente, emoción.
«Las diademas consiguen sublimar la imagen de una novia, sobre todo cuando incorporan detalles lujosos e insólitos. En estos momentos, las plumas, las redes, las flores que sobresalen del rostro, recuperan la imagen más sofisticada y más chic de la novia. Estos ricos elementos los incorporan tanto en melenas sueltas como con recogidos.», explica Gonzalo Zarauza peluquero y asesor de imagen desde San Sebastián.
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Innovando desde otras épocas
Los complementos recuperan el protagonismo y no muestran reparos en hacerse visibles e incluso ostentosos.
«Los cristales, los tejidos nobles, los bordados, el trabajo manual y a medida es el nuevo lujo. La distinción está en llevar algo que llama la atención y que es único y personal. Las tendencias nos sugieren todo esto con tocados que se inspiran en tiempos pasados y que dan un paso más en el que lo imaginable toma forma con un resultado espectacular.», comenta M.ª José Llata de Peluquería Llata Carrera desde Santa Cruz de Bezana (Cantabria).
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La nueva corona
Algunas piezas sobrepasan su definición, en este caso una diadema, gracias a los materiales que incorporan. «Cada vez más preferimos tocados y diademas que expresan muchas cosas. Una actitud que empodera y que toma forma de joya. Las perlas no solo le dan grandiosidad, también el volumen necesario. Además, se puede llevar con diferentes looks, desde melenas lisas o con ondas suaves, hasta recogidos como moños trenzados.», asegura Charo García de Ilitia Beauty & Science desde Balmaseda (Bizkaia).
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Cabello, joyería y complementos
La novia variaba sus complementos con los distintos vestidos. Pendientes, collares y flores culminaban cada look. «Si el vestido de la ceremonia no dejaba piel al descubierto y, por tanto, no daba cabida a las joyas, todo lo contrario, sucedió con los otros. Los escotes corazón y hombros caídos dieron pie a que luciera grandes pendientes y collares, pero también un recogido que no abrumaba. Cuando el escote era más cerrado, eran las flores y las aplicaciones preciosas en los tejidos los que suplían las joyas.», indica Rafael Bueno de Rafael Bueno Peluqueros desde Málaga.
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