El próximo viernes 26 de noviembre llega a los cines la película «La Hija», dirigida por Manuel Martín Cuenca y protagonizada por Javier Gutiérrez, Patricia López Arnaiz e Irene Virgüez.
Sinopsis
Irene tiene quince años y vive en un centro para menores infractores. Se acaba de quedar embarazada y está decidida a cambiar de vida gracias a Javier, uno de los educadores del centro. Javier le ofrece vivir con él y su mujer Adela en la casa que tienen en un paraje aislado y agreste de la sierra para que pueda llevar a buen término su embarazo. La única condición a cambio es que acepte entregarles al bebé que lleva en sus entrañas. Este débil pacto puede verse comprometido cuando Irene empiece a sentir como suya esa vida que lleva en su interior.
El reparto de la película está muy bien medido. Patricia López Arnaiz junto con Javier Gutiérrez conforman un duo familiar clásico, Javier y Adela, campechanos que no pueden tener hijos, quienes disfrutan de la naturaleza y su entorno. Por otro lado, Irene Virgüez encarna a un personaje complejo, lleno de un amor inconsciente y un comportamiento prematuro, cuya mirada penetrante al mundo impacta en la pantalla.
Al comienzo de la película uno puede sentirse frente a una de las obras de la cinematografía de Terrence Malick: esos prados verdes, esos planos cenitales de carreteras infinitas, naturalezas que cuentan su propia historia, el sonido de la hierba creciendo.
A pesar de la intriga de la trama, la película se hace lenta en su desarrollo, pecando de pesada y pareciéndose más a un ensayo audiovisual que a un thriller. Quizá esta singularidad aporte a la película esa cierta tensión que desenvuelve la narrativa.
En ciertos momentos del filme, uno puede reconocer influencias de «Los Pájaros» de Alfred Hitchcock, en ese momento de Irene en el encierro y angustia dentro del coche con los perros fuera amenazándola con los colmillos, al igual que Melanie (Tippi Hedren) encerrada en la cabina telefónica con los pájaros tratando de atacarla desde el exterior.
Si tuviese que elegir el mejor plano de la película para mí, sería ese último plano final que es un homenaje al western «Centauros del desierto«, un cuadro dentro del cuadro, el plano encuadra a una puerta y la puerta encuadra al personaje que marcha en un plano fordiano. Sólo que en «La Hija», la protagonista no marcha en solitario…
Quizás Manuel Martín Cuenca quiera reflexionar acerca del sentido de la pertenencia, del apego a lo que uno genera, acerca del comportamiento más puramente humano, los sentimientos a flor de piel y los defectos en efervescencia. En este caso, la relación materno filial llega a un extremo en su máxima potencia en la que los límites morales no existen.