La perfección no existe, es un mito, es intangible y no es una buena compañera. Aunque te pueda sonar cruel, esta es la realidad de esa dichosa palabra que tanto daño hace a la humanidad. Reflexionamos en cuál es su verdadero significado y de cómo poder esquivar la perfección.
Dar lo mejor de tu persona no es un error, es lo más acertado para exprimir al máximo tus capacidades. Pero, ¿por qué intentamos buscar la perfección? Quizás este fenómeno esté ligado a los estándares impuestos por la sociedad y la insaciable búsqueda de tener una vida perfecta. ¿No os habéis parado a pensar que quizás no se trate de ser perfecto? Quizás, solo se trate de buscar tu mejor versión teniendo en cuenta cuáles son tus limitaciones. Esa es la clave del éxito personal. Uno puede exigirse ser lo más cercanamente correcto dentro de sus capacidades, pero nunca debe intentar ser perfecto. Y si lo haces, siento decírtelo, pero estás esforzándote en balde, porque la perfección no existe.
La perfección no existe
Has logrado conseguir el trabajo de tus sueños, pero te machacas a diario por no ser el trabajador perfecto. Ahora, pregunto, ¿qué significa ser el trabajador perfecto? Es decir, te levantas todos los días a tu hora, llegas puntual a tu puesto, realizas las tareas que se te han asignado y aún buscas ser perfecto. ¿Cómo es posible? ¿No te has parado a pensar que es un error? Imaginemos que nuestra meta es convertirnos en un/a gran arquitecto/a de prestigio, y buscamos hacer nuestro trabajo de una manera perfecta. Una vez que te has acercado lo máximo posible a la perfección, ¿qué sigue? ¿Buscar otra meta para intentar alcanzarla? Si te parar a pensarlo es la pescadilla que se muerde la cola porque, nunca lograrás ser perfecto al cien por cien, porque no se puede. Además de que puede que lo que signifique para ti ser perfecto, para otro no lo es. Porque, la perfección es subjetiva. Y es en ese momento, cuando llegan las frustraciones, cuando nos machacamos por alcanzar un sueño inalcanzable y más que avanzar, estaremos retrocediendo dos pasos hacia atrás.
¿Cómo podemos esquivar la idea de ser perfectos?
Partiendo de la base de que la perfección no existe, así como los unicornios tampoco, ¿por qué seguir buscando un imposible? Tienes que ser consciente de que si sigues por ese camino lo único que encontrarás serán decepciones. Te decepcionarás por no ser la madre perfecta, a sabiendas de que tus hijos se han convertido en la mejor versión de sí mismos. Te decepcionará saber que has llegado a los 50 soltera/o, sin una casa, vida y familia de ensueño, porque es lo que entendías por perfecto. Así como te decepcionará conocer tus defectos, pensando que son los que te impiden alcanzar la perfección. Déjame decirte que eres persona, que tienes inseguridades, defectos y que a veces te equivocas. Y no pasa nada, está bien. Es lo que llamamos madurez, aprender y crecer.
Ponte metas, pero siempre pensando en cuáles son tus metas reales, que son esas cosas que puedes conseguir a corto plazo. No puedes marcarte un objetivo que no podrá llevarse a cabo hasta dentro de dos años. Una casa no es nada sin sus cimientos, por ello, lo más importante es que primero sepas gatear para un día llegar a caminar. Quítate la idea de ser perfecto/a, hasta el objeto más perfecto tiene algún error. Piensa que la perfección no es exacta, su escala va de cero a infinito. Y, lo más importante, deja de chocarte contra una pared, avanza y siéntete orgulloso/a de todo lo que has logrado hasta ahora. Para qué machacarse uno mismo en un mundo cruel, cuando al cabo del día, a la única persona que tendrás a tu lado, serás tú.