No importa si las usas para correr, jugar al baloncesto o levantar pesas. Tus sneakers están sometidas constantemente a condiciones de trabajo muy duras. A veces, esta circunstancia o un tropezón inoportuno pueden provocar que la suela se despegue. Cuando esto pasa, hay dos opciones: comprarse unas zapatillas de última moda, o bien arreglarlas, como te explicamos en este artículo.
Guía sobre cómo arreglar la suela de tus zapatillas deportivas
Volver a pegar la suela de unas zapatillas de running o fitness es fácil y rápido. De hecho, si lo haces bien, este problema no volverá a aparecer. Para ello es indispensable que sigas las siguientes instrucciones:
- Limpia la suela. Ha de estar reluciente ya que, si alberga rastros de suciedad, puede perjudicar el funcionamiento del adhesivo. Utiliza un poco de jabón y un paño húmedo o un cepillo para conseguirlo.
- Comprueba que ambas piezas vuelven a encajar bien. Si no es así, entonces lo mejor es comprar unas nuevas.
- Elige un adhesivo apto para pegar la suela. A continuación, aplica una línea continua de pegamento dibujando el contorno de la superficie. No debe quedar demasiado cercana al borde o rebosará cuando coloques la parte superior.
- Une ambas partes. Has de aplicar presión durante unos segundos para que el pegamento “tire”. Cuando notes que se sujetan por sí mismas, deja de apretar.
- Deja actuar el pegamento durante 24 horas. Para garantizar que el adhesivo cumple perfectamente su función, es aconsejable esperar ese lapso de tiempo antes de volver a usar el calzado.
¿Cómo saber que ha llegado el momento de cambiar tus zapatillas deportivas?
Es posible que hayas decidido convertirte en una auténtica runner o que por fin hayas empezado a ir al gimnasio con asiduidad. En cualquier caso, conocer el estado de tus sneakers es importante a la hora de prevenir lesiones. Por ello, resulta imprescindible reconocer los principales signos de deterioro que te indicarán que debes cambiarlas.
Los más evidentes se manifiestan en la suela. Cuando se arruga y se deforma, así como cuando la parte inferior se vuelve lisa, es momento de cambiarlas. ¿El motivo? Porque crece de forma ostensible el riesgo de sufrir una lesión muscular o un resbalón durante el entrenamiento.
En el caso de las zapatillas de running este deterioro empieza a aparecer cuando alcanzan, aproximadamente, los 1000 kilómetros recorridos. En el calzado de fitness, aparece en torno a los 12-18 meses. Eso sí, esas cifras dependen, en buena medida, de la marca y de la calidad del calzado.
Pero hay otros signos de deterioro a tener en cuenta. Por ejemplo, si el recubrimiento trasero deja ver la espuma interior, cámbialas para prevenir rozaduras. Lo mismo sucede si la puntera ha empezado a romperse o si notas que no obtienes una sujeción perfecta al anudar las zapatillas.
En resumen, arreglándolas con el adhesivo adecuado, una suela despegada no tiene por qué suponer tener que reemplazar tus zapatillas deportivas. No obstante, hay situaciones en las que sí va a ser necesario comprar calzado nuevo para evitar riesgos y lesiones.