Ana Obregón ha sido la primera invitada de la nueva temporada de Mi casa es la tuya. La entrevista ha estado protagonizada por Alejandro Lequio, el hijo de Ana que falleció en el año 2020 por un terrible cáncer. Tras más de un año y medio encerrada, Ana ha logrado reunir fuerzas y desahogarse, compartir su dolor, para poder seguir avanzando.
Cuando pasamos por un momento duro, no es tan difícil cómo lo atravesamos, que el hecho de recuperar la normalidad y paz a nuestra vida. Ana Obregón, ha sido una madre coraje, que ha podido comenzar a levantar cabeza y recuperar algo de lo que se fue con su hijo. «El dolor compartido es necesario» y «quizás es la entrevista más difícil de mi vida». Con estas duras palabras, comenzaba la entrevista, en la que la modelo y presentadora se ha abierto en canal con la audiencia.
«Después de un año y medio metida en casa en chándal», Obregón aparece en un programa de televisión con el vestido que se puso hace casi 30 años para contarle a la familia de su ex marido que estaba embarazada. Es contradictorio ese recuerdo tan bonito, con las desgarradoras declaraciones que hizo a continuación. Aunque, su entrevista ha logrado emocionar a todo un país, ayudará a otras personas que pasen por la misma situación. Y esta razón, junto a otras muchas, ha empujado a Ana a sentarse en ese sofá.
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La vida de Ana Obregón ha estado repleta de felicidad, ha sido una vida tranquila y estable. Y, cuando no atraviesas nunca momentos tan difíciles, «crees que eres la reina del flow». «Yo creía que podía con todo, pero no puedes». Aún así, la presentadora no se ha separado un solo segundo de Aless, ha intentado permanecer fuerte y lamenta derrumbarse en televisión. Pero, ¿cómo no hacerlo al recordar tantos momentos que espera borrar de su memoria?
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«Mamá, perdóname por tener un hijo defectuoso», con esta frase Aless lamentó todo lo que le había tocado pasar a su madre. Siete palabras que han conseguido hacernos llorar, plantearnos lo injusta que puede llegar a ser la vida a veces. Pero, aún así, el objetivo de Ana ha sido querer «que la gente sepa lo fuerte y valiente» que fue su hijo. Y, sin duda, es con lo que nos quedamos. La valentía de un joven de tan solo 25 años que ha luchado contra viento y marea, y ha querido ayudar a los demás hasta el último momento. Un caso parecido a Pablo Ráez.