Ancianos de más de 90 años se juntan con jóvenes en un experimento que habla sobre el amor y las relaciones abiertas. El hormiguero siempre implica en estas investigaciones temas controvertidos y que no suelen exponerse en Televisión.
Cuando un experimento de este calibre se expone ante miles de personas, el resultado es un fenómeno maravilloso. No solo por las personas que aplauden esta iniciativa, sino por todas aquellas que no lo comparten y tienen que verse ante estas situaciones. Ya sabemos que las antiguas generaciones no entienden muy bien los nuevos conceptos sobre el género y cómo se acepta hoy en día una relación. Aún así, desde el desconocimiento y el asombro, las personas mayores admiten cualquier ambiente por muy disparatado que les parezca.
Una persona que ha vivido toda una vida reprimida en una sociedad que no acepta el amor -que no sea el entendido como católico-, terminan por recibir positivamente cualquier nuevo concepto. Y eso es lo que ha ocurrido en el experimento del programa de Antena 3. Un grupo de ancianos de más de 90 años, junto a otro de jóvenes no binarios, lesbianas y gays, charlan sobre cómo entienden el amor. La parte más adulta, indica que solo han experimentado las relaciones sexuales con su compañero/a de vida, con quien se casó. Mientras que la otra parte, que generaliza a todas las nuevas generaciones del siglo XXI, indica que han pasado muchas personas por su vida.
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Hoy en día, si hablamos de relación, hablamos de muchos conceptos reunidos en una misma palabra. Puede darse el caso de relaciones de tres, poliamor, relaciones abiertas donde mantienes el vínculo con una misma persona pero puedes conocer a otras y un largo etcétera. Eso, sin contar las parejas de dos chicos o dos chicas. Ante esta situación, uno de los abuelos bromea «hoy se llama relación abierta y antes eran putadas». Esta es una de las claras diferencias de cómo ha evolucionado la especie humana. No porque antes estas cuestiones no se daban, sino porque no se hablaban. Seguramente hace miles de años ya existían los gays, simplemente que no eran aceptados, porque ni ellos mismos se planteaban su condición sexual.
Al finalizar el proyecto, aparece Jordi «el niño polla», al que confunden con un médico en primera instancia. Una vez que descubren su profesión, que combina perfectamente con una relación desde hace más de seis años, los ancianos sienten vergüenza y asombro. Porque, este ha sido el problema de las antiguas generaciones, que el sexo ha sido entendido como sinónimo de vergüenza. Algo de lo que uno no debe sentirse libre, pues es algo natural del ser humano.
A pesar de las diferencias claras entre generaciones, el resultado es respeto. «¿Cómo tratarías tú a esta persona que está entre medias de ser un hombre y mujer?, pregunta un abuelo a su mujer, a lo que ella responde «pues lo mejor posible». Desconocer un aspecto no te da el derecho a rechazarlo, y esta, es una lección de vida que gracias a El hormiguero ha salido a la luz en Televisión.