Fruto de sus viajes a Japón, la holandesa Iris van Herpen presentó su colección de alta costura para la próxima temporada de otoño-invierno 2016/2017 en el Oratorio del Louvre en París.
En la nave inundada de incienso, el músico Kazuya Nagaya amenizó el desfile con una suave música con tazas zen, desplegadas en el suelo. Casi inmóviles, las modelos posaban como si fuesen estatuas, muñecas o autómatas.
Esta mítica instalación servía de escenario para la presentación de su colección, «Seijaku», en japonés calma en medio del caos, en donde la meditación y la exploración de la cimática, es decir, el estudio de la forma visible del sonido y las vibraciones, fueron las fuentes de inspiración de sus propuestas.
Piezas con una organza muy ligera, en lo que Van Herpen llamó «vestidos etéreos» fue el elemento estrella de su colección. El tejido, impreso en 3D con líneas rectas, ha sido plisado siguiendo la forma del cuerpo. De esta manera se han ido formado diferentes estampados, consiguiendo hacer visibles las ondas sonoras a modo de patrones geométricos.
Un total de doce siluetas mostraban estas formas orgánicas con las que la joven diseñadora sorprendía en la capital francesa. Un vestido de tul y organza flotaba en el espacio inmóvil del templo protestante. Otro, realizado con cristales Swarovski, parecía cubrir de gotas de agua el cuerpo femenino. Realizado con más de mil esferas de cristal sopladas a mano y recubiertas de silicona transparente, este vestido llegado del futuro cautivó con reflejos iridiscentes.
La sensación de levedad hizo más asequible esta colección de Van Herpen, tanto física como intelectualmente, lo que supone otro paso adelante para el futuro de la moda que parece cada vez más cerca del presente. Auténtica magia en estado puro.
https://youtu.be/HM0IjWg7u64