El ácido glicólico es un alfahidroxiácido (AHA) que actúa como uno de los mayores exfoliantes más potentes debido a su composición. Debido a su bajo peso molecular, puede llegar a capas profundas de la piel, regenerando a nivel celular y estimulando la producción de colágeno.
Rachel Keys, enfermera dermoestética, nos cuenta que “a medida que cumplimos años, esta regeneración celular se va ralentizando, por lo que necesitamos ayuda extra. Y atentos al siguiente dato: cada minuto, podemos perder entre 30.000 y 50.000 células muertas de nuestra piel. Se estima que, al año, acumulamos 750 gramos de células muertas, lo que equivale a 3 pechugas de pollo. Increíble, ¿verdad? Si no se desprende, obstruye los poros, dificultando que cremas y sérums actúen con eficiencia.”
Por otra parte, cuando llega el invierno, la piel sufre aún más, debido a las bajas temperaturas y el viento. De ahí la importancia de la exfoliación, dando al ácido glicólico un papel protagonista. Como siempre aconseja Rachel Keys: “aunque en principio, el ácido glicólico es apto para todo tipo de pieles, será el profesional sanitario el que valore el tratamiento que mejor se adecúe a las necesidades de cada paciente, ya que se debe seguir un protocolo exhaustivo para no producir irritaciones en la piel”.
Propiedades y beneficios
- Mejorar el tono y la textura de la piel y que ésta se vea más unificada.
- Reduce los poros abiertos.
- Eliminar las manchas provocadas por el sol, embarazo, etc., al combinarse con otros principios activos despigmentantes.
- Elimina el acné y sus cicatrices, ya que se regula la producción de sebo.
- En pieles con rojeces, como la rosácea, se consigue minimizar unificando el tono de la piel.
- Minimiza arrugas de expresión, al conseguir aumentar el volumen de la piel.
- Estimula la producción de colágeno y ácido hialurónico de forma natural.