El legado que nos dejó el gran diseñador Alexander McQueen ya aparece en los libros de historia. Este diseñador se formó y licenció en la prestigiosa St. Martins, Londres, al igual que una de las primeras diseñadoras que apostó por la moda sostenible, Stella McCarney. El diseñador Alexander McQueen se convirtió en una de las firmas más codiciadas y más emblemáticas de la industria de la moda. Tras su muerte hace unos años, la firma puso al frente a Sarah Burton, la cual ha sabido continuar la línea estilística de su creador.
El pasado 22 de junio la firma Alexander McQueen presentó en París su última colección para hombres. La pasarela se construyó alrededor de trajes de raya diplomática y remakes de los mismos. Fue una grata sorpresa que tuvo de protagonistas al color y a las formas geométricas.
La pasarela comenzó con las formas más clásicas y convencionales del traje chaqueta. Todas ellas exteriorizadas en versiones monocromáticas y representadas por colores puros como el negro, el blanco, el marrón o el coral.
A medida que el desfile avanzaba, el negro dejó de ser el único foco de atención para dejar paso a propuestas más atrevidas que tenían por protagonista al color caqui, el color de las gabardinas londinenses por excelencia; tan famosas, tan queridas y tan icónicas que, al parecer, volverán a estar de moda el año que viene.
Una de las gratas sorpresas de este desfile han sido los grafittis. Alexander McQueen siempre fue un hombre que huía de las reglas y que era bastante reivindicativo. Por eso nos encanta, porque nos parece un bonito tributo. Nuestro favorito es el blanco, pero debemos decir que cualquiera de los tres son una maravilla que conquistarían a cualquiera.
A lo largo de este año hemos podido apreciar numerosas prendas con diferentes pintadas. La versión más famosa ha sido la chaqueta de cuero. Nos alegramos de que perdure y de que podamos contar con ellas el año que viene.
A punto de finalizar el desfile, Alexander McQueen sorprendió a todo su público con propuestas mucho más vibrantes. Rojos intensos, azules, naranjas y rosas sobre fondos blancos nos mostraron a modo pictórico esa inspiración primaveral.
En definitiva, el desfile de Alexander McQueen nos recordó que los clásicos no deben ser siempre convencionales y que, a pesar de que encontrar la extravagancia en la elegancia es muy complicado, cuando eso se consigue, se convierte en un verdadero y apoteósico éxito.