El desfile de la firma Andrés Sardá se ha convertido en un imprescindible de la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid. No sólo es un desfile, es un espectáculo. Además nos tiene acostumbrados a alguna sorpresa y este año no ha podido ser menos. El encargado de abrir y cerrar el desfile ha sido Mario Vaquerizo, que se lo ha pasado como un enano sobre la pasarela. La firma se ha inspirado en los años 80 y en los hitos que marcaron toda una década, dividiendo el desfile en cuatro tramos.
Sobre el escenario música, luces y una impecable escenografía trasladan la nostalgia de la década de los 80 a una pasarela de 2018. La primera parte del desfile se basa en prendas deportivas inspiradas en el aeróbic con vinilos de colores en rayas y topos de varios tamaños. Escotes de infarto en prendas que se adaptan al cuerpo, con mezcla de colores como el azul y el amarillo.
Dentro de su programa vintage, la segunda parte se inspira en el comecocos con las texturas de plástico, transparentes y mates, que se utilizan en formas asimétricas o en chaquetas tipo esmoquin con puños de volantes. En la tercera parte del desfile, el arco iris se vuelve metalizado y con colores brillantes, recordando la estética tecno.
En la última parte del desfile destacan las hombreras muy marcadas y los escotes de vértigo en prendas de tonos plata y dorado para potenciar el exceso ochentero. Según Nuria Sardá, «es una colección muy optimista, con esos años, y hemos querido repasar aquellos hitos lúdicos pero también el culto al cuerpo que marcó esos años y, por supuesto, la estética de las series, videoclips y videojuegos que tanto influyó en la moda».