‘Mi mundo es otro’ es una comedia de Javier Muñoz dirigida por Ángel Villaverde que, del 11 de febrero al 11 de marzo se representa cada jueves a las 19:00h en el Teatro Amaya de Madrid. Entre su elenco encontramos a la actriz Belinda Washington. Hablamos con ella sobre la obra:
En ‘Mi mundo es otro’ vemos el juego de conciencia entre el deber y el querer, ¿se ha sentido alguna vez así, en esa encrucijada entre la buena y la mala conciencia?
No, suelo hacer lo que quiero. Casi siempre suelo hacer lo que quiero, sino no lo hago.
Su papel en esta obra es el de la madre de la protagonista. ¿Las madres y los padres pueden actuar a veces como las conciencias que limitan las voluntades de sus hijos?
Lo que creo es que, de generación en generación, nos vamos pasando costumbres, hábitos… y así nos enseñan y enseñamos.
¿Crees que esta distinción entre el bien y el mal nos afecta mucho en nuestra vida?
La sociedad nos enseña lo que está bien y lo que está mal, y no nos planteamos un análisis más en profundidad. Nos dejamos llevar por esa inercia.
Y, cuando salgamos de ver la obra, ¿vamos a cambiar un poco esta perspectiva?
Yo creo que la intención de la obra es esa, que nos planteemos qué es lo que verdaderamente hacemos por inercia y qué es lo que deberíamos hacer, qué es lo que debemos hacer y qué es lo que finalmente decidimos hacer. Así que creo que sí, el texto que ha escrito tan estupendamente Javier Muñoz nos hace darle una vuelta de tuerca a esas obligaciones que nos imponen y a lo que verdaderamente deseamos hacer.
¿Qué es lo que le ha marcado especialmente de ‘Mi mundo es otro’?
La suerte de trabajar con gente joven y llena de ganas que pone toda la pasión y toda la carne en el asador. Es un gustazo y un regalo trabajar con Javier Muñoz, Irene Rojo, Nazaret, Veki, Gadea…es un gusto. Luego, la producción es maravillosa, es una inmensa suerte trabajar con Ángel Villaverde y poder aprender de ellos cada día. Me siento afortunada.
Esta imagen de obra joven y revitalizante, ¿cree que le llega también al público?
Lo bueno de la obra es que no tiene pretensiones de ningún tipo. Creo que es sencilla, pero en la sencillez también radica su encanto y lo que quiere transmitir, que de alguna manera son esas ganas de que nos replanteemos la vida. Muchas veces, sin querer, asumimos las cosas por inercia, y yo creo que es importante que de vez en cuando nos paremos. Esta COVID, por ejemplo, ha conseguido que nos paremos todos un poco.
Precisamente en tiempos de COVID, obras como estas que echan mano de la risa pueden ser un incentivo para volver a los teatros. ¿Tienen esa sensación desde dentro?
La receptividad que hemos obtenido ha sido fabulosa, y la acogida también. La gente la ha cogido con ganas, supongo que esta sequía de teatros y espectáculos a la que nos hemos visto todos obligados por la COVID de alguna manera nos ha hecho desear estar más en contacto con la cultura. Es un gusto en estos tiempos poder estar en una función, en un teatro como el Amaya en el que en un principio estamos los jueves a las 19:00h, y que luego ya se verá dónde vamos.
¿Qué le diría a la gente que se está pensando si ir a ver la obra?
Que todas las medidas de seguridad y protocolo sanitario están establecidas y respetadas al máximo, que todos nosotros nos hacemos cada semana una PCR según el tiempo aconsejado por Sanidad, y que yo creo que disfrutar de una obra de teatro en estos tiempos que corren que no hay que desmerecer, más si el proyecto está hecho por gente joven, con ganas y con un mensaje maravilloso.