Burundanga va en camino de destronar a Cuéntame en número de temporadas. 11 lleva, y esta le toca en el Teatro Maravillas. Más de diez temporadas contando una historia incoherente, imposible, pero divertidísima.
Dicen que a situaciones difíciles, medidas desesperadas. Berta (Rebeka Brik) está embarazada de su novio, Manel (Andrés Acevedo). A pesar de llevar saliendo juntos casi un año, Berta no está muy segura de si lo que siente su novio por ella es sincero. Ser padres es una gran responsabilidad, y no está muy convencida de que Manel sea la persona más idónea para ello.
Por suerte (o por desgracia) para ella, su compañera de piso, Silvia (Rebeca Plaza), es farmacéutica y tiene la solución. Conoce una droga que puede hacerte confesar todos tus secretos sin que lo recuerdes más tarde, la burundanga. El plan es perfecto: Manel vendrá a casa, le darán la droga disuelta en una bebida, él confesará qué siente por Berta y entonces ella le podrá contar que está embarazada.
Pero también se dice que peor es el remedio que la enfermedad. Manel confiesa todos sus pecados (que no son pocos). De hecho, por confesar, hasta confiesa que está en una banda armada muy peligrosa y que un amigo suyo, otro miembro de la banda, está a punto de llegar a su casa.
Es así como una noche de peli y embarazo se transforma en una encerrona para Berta y Silvia. No pueden decir que conocen sus identidades secretas, pero tampoco son capaces de hacer como si nada.
Lo que ocurre con esta comedia es que tiene un fallo monumental en las primeras líneas, y cuando tocan algo tan sensible a modo de cachondeo, incluso cuando se tergiversan términos (siendo cada palabra tan importante) cuesta reírse más adelante. Hacer humor es difícil y peliagudo. Jordi Galcerán escribió una obra donde se pretende hacer risa de algunas de las cosas más difíciles de la actualidad: el terrorismo, el aborto y las violaciones. Dentro de que el texto no roza ninguno de los límites a los que la libertad de expresión está suscrita, debería de haber ciertas cosas que podrían incluirse dentro de una comedia sin necesidad de generar una carcajada con ello.
La burundanga no se utiliza “para follar”, como dice el texto; se utiliza para violar, que es muy diferente. El error no es solo cambiar una palabra por otra, que ya tiene tela. El problema está en que se pretenda hacer reír al público (y de hecho se hace) porque haya personas que violen aunque en su lugar se diga “follar”. Y aunque se considerase (que no es así) que la droga se utiliza para mantener relaciones sexuales y no para violar, tiene delito que eso sea algo que tenga que generar risa.
Y decía que el problema más grande no es cambiar una palabra por otra, pero puede que sí lo sea. En el momento en el que una persona utiliza una droga que deja KO a otra para mantener relaciones sexuales, se está dejando bastante claro que esa relación no es consentida por ambas partes. También se indica que la persona que está bajo los efectos de la droga es consciente de lo que está haciendo y que no actúa por voluntad propia. Eso se llama violar. Y no se hace gracia con ello, se denuncia y se pelea. Puedes decir que la burundanga se utiliza para violar, lamentablemente es la realidad, pero no debes centrar la escena de modo que eso, precisamente, sea la nota de humor en la frase.
Personalmente, no comprendo cómo una obra que lleva once temporadas puede soltar a los pocos minutos de empezar una frase así, y que pase completamente desapercibida.
Y a quienes digan que también se habla de aborto y de terrorismo, les invito a que vean la obra, lo primero. Lo segundo, a que juzguen el momento en el que se habla de la clínica del aborto y cómo Berta trata el tema y piensa en ello. En cuanto a la banda terrorista, son un par de inútiles bufones de manual de comedia que no dan pie con bola y que nadie, en su sano juicio, consideraría que así es el terrorismo de verdad.
Más allá de eso, que no es para nada poco, la obra continúa. A quienes tenemos un pensamiento crítico y nos paramos a pensar en lo que significan cada una de las cosas, esa frase nos ha tocado un poco la fibra sensible (por no decir otra cosa), pero cuando consigues olvidarlo (si puedes) el resto de la obra es impoluto.
Sin comerlo ni beberlo, las compañeras de piso se ven involucradas en un secuestro de la banda, pero no un secuestro normal. El peor secuestro de la historia. En una situación cómica y paradójica, el secuestrado termina dando lecciones de secuestro a los secuestradores, hacen una clase de cocina e incluso hay tiempo para la atracción sexual. La burundanga hará más de una aparición entre los actores, dándosela a beber a aquel que tiene algo que confesar al resto.
Burundanga es una comedia desternillante, de la que no te terminas de recuperar de una carcajada cuando ya estás en la siguiente. Entre el público se oían más risotadas de hombres, y de adultos que de jóvenes, pero hubo un poco para todos.
La actuación de Rebeca Plaza en el papel de Silvia es, sin duda, lo mejor de la función y el personaje más cómico. La actriz, sin embargo, no es la intérprete principal de Silvia ni la más recurrente. Pero menudo acierto. El desparpajo, el dramatismo y la exageración del personaje son de lo más humorístico de la obra. ¿Estamos en medio de un secuestro? ¿Y si seduzco a alguien? El papel parece hecho específicamente para ella y resulta extraño para quienes sólo la hemos visto de morena y pelo corto, imaginarnos a Silvia rubia y de pelo largo. Brilla por encima de los demás actores y aunque la atención debería estar puesta en otro de los personajes, los ojos se te van hacia ella: hacia sus gestos, sus expresiones faciales, sus poses…
Eloy Arenas, en el papel del secuestrado, es otro de los puntazos de la obra. Es el personaje que más sorprende, el que más esquemas rompe. La combinación de seriedad, capitalismo y madurez con lo que representa, en el fondo, Arenas, es el giro más inesperado de la trama.
La puesta en escena, un pisito de universitarias, es colorida, simple y moderna. Todo lo que no cabría esperarse para una guarida terrorista, lo cual, lo hace todavía más paradójico. Salvo por el error del principio (si es que se puede hacer a un lado), la obra es de un humor simple pero eficaz. Está llena de encontronazos y situaciones inimaginables que hacen que el tiempo vuele y que pases una tarde divertida.