Qué bonito es saber que siempre estás aquí, mamá

Supongo que es complicado poseer íntegramente algo y ver cómo, poco a poco, los caminos se desligan y no puedes hacer nada más que observar y callar. Supongo que debe ser difícil notar cómo la cuna de tus manos va quedándose pequeña para la criatura que por tu calor es persona. Supongo que en algún momento has debido sentirte en segundo plano cuando las manos que precisaban las tuyas coqueteaban más y más descaradamente con las ansias de libertad. Supongo que habrás pagado caro las consecuencias del rol más importante de tu vida.

Siempre dices eso de “cuando tengas hijos lo entenderás”. Y es verdad. Muchas veces no lo entiendo. Soy incapaz de comprender cómo no te dejaste vencer por el miedo, cómo me diste un sí rotundo antes siquiera de conocerme. Me es imposible entender cómo no te has roto mil veces mientras cosías las alas que tarde o temprano echarían a volar lejos de tu nido., ni cómo has sabido mantener la compostura cuando te preguntaba por el mundo y me lo dibujabas como el lugar más bello que existe. A veces te miro y te prometo que no entiendo cómo alguien ha sabido entender tan bien de qué va el amor.

«Sigo sin entender nada, pero me empiezan a encajar un poco mejor las piezas»

Porque el amor, mamá, me sigue pareciendo la cosa más complicada que existe. La razón se me queda corta cuando pienso que se puede dar todo sin esperar nada a cambio, y hacerlo con la convicción de quien sabe que ese es el sentido primero de la vida. A veces te prometo que no lo entiendo, que soy incapaz de describirlo, y me cuestiono hasta si soy capaz de ejercerlo. Pero luego te miro, me miro a mí, y te vuelvo a mirar. Y sigo sin entender nada, pero me empiezan a encajar un poco mejor las piezas.

El amor y tú tenéis muchas cosas en común: la simpleza de esas cuatro letras abarcan tal magnitud que nada ni nadie nunca logrará entender qué supone verdaderamente en su totalidad, y sin embargo, cuando se sienten esas cuatro letras como parte activa y presente en el diccionario de tu vida, cobra sentido cualquier acepción de felicidad. No tengo ni idea de qué va amor, pero si tengo que hablar de certezas me quedo con la única que tengo en mi vida: si me pierdo, que siempre me encuentren tus brazos. Y con esto, creo que voy entendiendo muchas cosas.

«Si tengo que hablar de certezas me quedo con la única que tengo en mi vida: si me pierdo, que siempre me encuentren tus brazos»

Puedo suponer mucho de ti. Ver tu entrega como una forma más de enseñarme la vida, tus miedos camuflados como parte intrínseca de la valentía que requiere ser espejo y saberlo, tus flaquezas como consecuencia de llevar la humanidad por bandera. Puedo suponer mucho de ti, pero a la hora de la verdad, solo puedo afirmar una cosa: ante mí siempre serás el referente primero al que volver la mirada cuando necesite paz, al que abrazar antes que nadie cuando por fin tenga tregua. No sé si alguna vez podré dejar de suponerte y llegar a entenderte como tú me entiendes a mí. Mientras tanto, podemos tener una cosa por segura: si algún día sé de qué va esto del amor, es porque lo he visto, primero, a través de ti.