El Palacio de Alhajas se ha llenado de gente curiosa: periodistas, familiares, amigos y completos desconocidos. El diseñador mima a sus invitados y los recibe con una copa de cava. Se palpa la impaciencia y la expectación. El desfile comienza cuarenta y cinco minutos tarde.
Todo está a oscuras. Se escucha un quejido, aunque más bien parece un grito de desesperación. Entonces, un foco ilumina al propio diseñador, quien mete los pies en tinta y se sienta en un taburete en medio de la especie del aljibe que han montado para la ocasión. Después de unos segundos, la voz vibrante de Christian Simmon da comienzo la pasarela. Está cantando en vivo, y forma parte de Devenir, su nueva colección.
La penumbra provoca que los diseños reflejen luz. La paleta cromática es simple, única y monocroma; todos las propuestas son blancas. Simmon presenta su nueva creación, un universo puro e inocente que nos traslada a ese desconcierto de no saber qué es lo que va a pasar.
El recorrido es inteligente. Los modelos desfilan descalzos por el borde del aljibe y después se meten dentro de él. El chapoteo del agua y el tintineo de las copas acompañan a los acordes del diseñador, quien ha dejado de ser un simple maestro de la costura.
Pero eso no es todo, porque los estilismos de largo se meten en tinta y se manchan los bajos. Hombres, mujeres; algunos de ellos se manchan los pies y vuelven a desfilar.
En cuanto a tejidos, Christian Simmon utiliza estructuras limpias con líneas longitudinales que estilizan y languidecen las figuras. También se aprecian prendas mucho cuerpo, maxi bolsillos y transparencias. Tul, lino, algodón, flecos, plumas, lentejuelas, abalorios,… Los diseños no dejan de ser monocromas, pero son elegantes, soberbios y con una magnitud ecléctica.
Esta colección es un juego de luces y sombras que evoluciona desde siluetas sencillas y semiestructuradas hasta prendas donde los grandes volúmenes alcanzan su minuto de gloria. Con ellos y junto al gorgorito final, el diseñador clausura la pasarela. Ya no hay nada, se ha hecho el silencio.
Ole tú; se escucha entre el público. Después, una marea de aplausos, quizás con cierto nivel de escepticismo, inunda el palacio.
La palabra devenir es un concepto que guarda una estrecha relación con el tiempo y con los correspondientes cambios o mutaciones. Se debe entender como que nada es estático, sino que todo son corrientes dinámicas.
Y al final, el ser humano es un libro en blanco que se mancha de tinta.